35. san valentín (parte I)

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"No me des una asquerosa" le advirtió señalándolo con el dedo.

"Lester, la idea es probar cosas asquerosas" replicó, poniendo los ojos en blanco. Sostenía un caramelo del porte de un frijol entre los dedos y sus ojos brillaban con malicia, aunque Louise no podía verlo. "¿De qué crees que sea esta?"

"De seguro es algo asqueroso" respondió, imaginándose el caramelo que Fred había escogido, "Una vez probé una de cerilla de oído"

Fred negó con la cabeza, riendo.

Estaban sentados en la mesa del fondo de Las Tres Escobas, esa donde habían tenido aquella bizarra primera cita organizada por George y Hope, quienes, a pesar de haberse comprometido con ellos para almorzar juntos, todavía no habían llegado.

Las Tres Escobas estaba adornado para la ocasión. Globos brillantes en forma de corazón flotaban en las esquinas, Madam Rosmerta había hechizado querubines de papel para que levitaran por encima de las mesas, soltando confeti rosado encima de todo el mundo. Había bajado las luces y un arpa encantada tocaba una suave melodía en una esquina.

Fred y Louise se entretuvieron con una caja de grageas que había encontrado en su baúl aquella mañana, junto con una caja envuelta en papel brillante que prefirió ignorar. Habían probado tres grajeas hasta ahora. Utilizaron la bufanda de Louise para vendarse los ojos y comenzaron con Fred, turnándose para probar los dulces que escogía el otro. Hasta ahora habían conseguido lima, salchicha y pastel de riñón. Se habían empeñado en tratar de buscar las de aspecto más sospechoso, pero hasta ahora nada había sido demasiado asqueroso.

"George dice que una vez se comió una de moco" le contó.

Louise inclinó la cabeza hacia atrás, riendo, imaginándose a George Weasley tratando de pasar el sabor a moco.

"No se lo cuentes a Hope"

"De todos modos no le creo" dijo Fred encogiéndose de hombros.

Louise se tomó un momento.

"Vale, dámela"

Fred le dejó el dulce en la boca, y a pesar de que era la segunda vez que lo hacía, un calor demasiado conocido le recorrió la cara cuando sus dedos rozaron sus labios. Saboreó la grajea mientras controlaba su expresión. No terminaba de entender cómo era posible que Fred todavía la pusiera nerviosa, pero el tirón en el estómago que sentía cada vez que la tocaba no mentía.

"¿Y bien?" preguntó Fred, sacándola de sus pensamientos.

Louise se dio cuenta de que ya se había terminado el dulce.

"¡Já!" se burló victoriosa quitándose la venda de los ojos, "Banana"

Fred se echó hacia atrás en su silla, mirándola con expresión de mal perdedor.

"Es tu turno" le sonrió entregándole la bufanda.

"Es bastante injusto" se quejó, "¿A mí me toca pastel de riñón y a ti te toca banana?"

"Tu primera grajea fue de lima" le recordó.

Fred no dijo nada. Se envolvió la bufanda al rededor de la cabeza cubriendo sus ojos, con esa expresión de niño pequeño todavía en su rostro. El perfume de Louise inundó sus sentidos, pero trató de no dejarlo ver.

"Vale, escoge"

Louise se le quedó mirando. Con los ojos cubiertos, sólo se le veía la punta de la nariz y la boca. No supo por qué, pero se detuvo a mirar las pecas que cubrían sus mejillas y la forma en que su sonrisa se curvaba ligeramente hacia arriba. Pasó su mirada por su quijada y su cuello, sintiéndose avergonzada del impulso que le nació de pasar sus dedos por ahí, como cuando ves una estatua en un museo y simplemente necesitas tocarla.

llámalo como quieras - fred weasley fanfictionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora