Sentimientos encontrados

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Santos:

Siento algo... Un olor fuerte, ¿Era alcohol? Intento moverme, Dios... Me duele absolutamente todo, ¿Qué esta pasando? Trato de abrir los ojos y parpadeo. Hay mucha luz, cuando mis ojos se acostumbran a la claridad, pareciera otro juego macabro de mi mente, por que puedo verla, a ella. A mi fiera.

-¿Bárbara? -digo mirándola, intento sentarme pero el dolor no me deja moverme

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-¿Bárbara? -digo mirándola, intento sentarme pero el dolor no me deja moverme. Wow ella está cambiada, esta bella, podría decir que más bella que nunca, está radiante, sus ojos azules se iluminan al verme.

-Santos cuidado... Tranquilo recuéstate. -por fin emite palabra, aquella voz... Aquella dulce voz, era tal cual la recordaba.

-Auch... ¿Qué me pasó? Siento como si me hubiera arrollado un tren. -me quejo llevando la mano a la cabeza.

-Tranquilo, estarás bien. -esa definitivamente no era la voz de Bárbara. -Tuviste suerte de que no te rompí ningún hueso. -recién me había dado cuenta de que no estábamos solos en la habitación, estaba un sujeto al cual no conozco, recostado por el marco de la puerta.

-Pablo... -lo regaña ella, mirándolo de una forma que me molesto bastante. ¿Porqué me molesta?. -Fue un accidente Santos.

-De modo que... ¿Tú fuiste el imbécil que me chocó? -se me salieron sin querer las palabras antes de que las pudiera retener, la vista la tenía clavada en aquel sujeto.

-Y tú el imbécil que se me cruzo por delante sin mirar su camino. -me responde aparentemente molesto.

-¡Basta los dos! -interrumpe ella; se levanta de la silla en la que estaba y se acerca a él un momento. No oigo de lo que hablaban porque susurraban, pero no me gustaba para nada la confianza del sujeto y como la miraba, conozco esa mirada, la deseaba.

-Cualquier cosa estoy afuera. -pasa levemente su dedo por la mejilla de ella, no le dice nada, se lo permite... Siento la sangre caliente, al limite de hervir. Le guiñe un ojo y luego me mira desafiante, le devuelvo la mirada, él cede primero, abandona la habitación, Bárbara cierra la puerta y se gira mirándome impasible.

-¿Cómo te sientes Santos Luzardo? -me mira con indiferencia y eso me duele, se acerca unos pasos hasta quedar al lado mio e intento levantarme pero siento dolor y fuerzo una mueca. -Deberías descansar... Debes de estar adolorido.

-Estoy mejor de lo que aparento, créeme. -le digo y la miro intensamente.

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La Diosa del RíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora