De mujer a mujer.

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MARISELA:

Ingresé al consultorio de Arias, seguía sin divisar a ningún guardia en el lugar, por lo cual sonreí maliciosamente.

Esto realmente sería un pan comido... Me dirijo hasta la sala en donde Bárbara se encontraba, sin antes haber llamado a la puerta, la abro escandalosamente; y lo primero con lo que me encuentro es con una escena romántica.

-Ajá... Con que eso se traían entre manos. -digo con mala intención, queriendo sonar como una ex-esposa burlada, y para colmo, con su propia madre. La pareja voltea a verme con ojos llenos de confusión, mi cara de vergüenza fue épica, al notar que no eran Santos, ni tampoco Bárbara.

Observé el número de la sala, y no cabía duda; esta era la sala donde estaba internada Bárbara. ¿Qué demonios pasaba aquí?

-Eh... Perdonen, yo... Lo lamento, me confundí de sala. -sonrío nerviosamente y antes de recibir un retorno por parte de la pareja, salgo volando de la sala, cerrando la puerta tras de mí.

 -sonrío nerviosamente y antes de recibir un retorno por parte de la pareja, salgo volando de la sala, cerrando la puerta tras de mí

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Si Bárbara no estaba ahí... ¿Entonces dónde? ¿La habían cambiado de sala quizás?
Tenía que buscar a Arias y preguntarle personalmente.

Lo encontré en el pasillo conversando con una embarazada, esperé pacientemente a que se despidieran y luego entré en escena.

-Dr. Arias, que bueno que lo encuentro. -sonrío, con notorio cinismo.

-Marisela. ¿En qué te puedo ayudar? ¿Te sientes mal acaso? -él me examina con la mirada, yo niego con la cabeza.

-Ay no, no Arias yo estoy bien, gracias a Dios. Bueno, en fin... acabo de pasar creo una de las escenas más vergonzosas de toda mi vida. Por que fíjate que ingresé a la sala en donde estaba mi madre y...

-Ah, si si, me imagino. -me interrumpe Arias. -La Doña se fue ayer a su Hacienda.

-¿Cómo? ¿Pero por qué? -pregunto confundida.

-Ya sabes como es de terca la Doña. -Arias suelta un suspiro.

-Lo sé... Yo pensé que... -unos gritos de repente interrumpen nuestra plática.

-¡Rápido por aquí! -Arias por defecto se dirige hasta el lugar de donde provenían los gritos.

-Arias ¡Hazme caso! -Reclamo atención siguiéndolo.

-Pablo. ¿Qué paso? -pregunta Arias. Vemos llegar a Pablo, con Andrés; Mujica, algunos guardias y Tigre. Él estaba recostado en una camilla, con la boca llena de espuma.

La Diosa del RíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora