Encuentros clandestinos.

636 30 7
                                    

MARISELA:

Maurice y yo nos encontrábamos en un lujoso restaurante, yo comía caviar, y él disfrutaba de sus langostas. Reímos y charlamos como en los viejos tiempos, extrañaba esto.

Él llevaba su segunda copa de champagne y se vino lo inevitable

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Él llevaba su segunda copa de champagne y se vino lo inevitable... Las preguntas incómodas.

-¿Y cómo va todo con Santos?

Giro los ojos tras la pregunta, suelto un bufido. No podía, no podía disimular mi incomodidad, mi molestia, la fiesta se había aguado.

-Pues... Nos separamos -confieso mientras jugueteo con la comida que no terminé. Desvío la mirada, no quería que siguiera la conversación, la preguntadera, pero conociendo a Maurice, eso era mucho pedir.

-¿Qué? ¿Y eso? ¿Por qué? Cuéntamelo todo, con lujos de detalle mi niña -dice él gesticulando exageradamente con las manos, típico gesto de Maurice, estaba seguro de que quería saberse el chisme completo, y que no tardaría en irle con el cuento a la patas de garza.

-En primera, Maurice ya no soy una niña -aclaro -Y si... Eso, ya hemos firmado los papeles del divorcio.

-A ver... Para mi siempre vas a ser mi niña. Pero bueno, ya... ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Por que? Cuéntamelo desde el principio -y aquí vamos de nuevo, odio esto... Por más de que ya pasó, aún duele. Separarte de la persona que creías era el "Amor de tu vida", y para colmo, padre de tus tres hijos.

-Lo siento. Pero no quiero hablar de eso Maurice -lo miro de mala gana, esperando que capte mis nulas ganas de seguir manteniendo esta conversación. De pronto, pasa lo inesperado, como si hubiese sido salvada por la campana, como nuestra mesa daba a la ventana, que a su vez ofrecía una tremenda vista a la calle, veo pasar a Destefano.
Llevaba puesto unos jeans negros y una chamarra negra, iba concentrado en su camino, llevaba las manos en los bolsillos. Se veía bastante apuesto, creo que hoy es mi día de suerte.

-Maurice, discúlpame... Pero tengo que irme, mira -le dejo la tarjeta del hotel -Aquí me puedes encontrar, un gusto verte después de tanto tiempo y se que aún nos falta muchísimo para ponernos al día con todo, pero me tengo que ir -tomo mi bolso de prisa.

-Pero... Pero Marisela, nisiquiera hemos terminado de almorzar -se queja, le doy un beso en la mejilla.

-Hablamos luego, ya sabes donde encontrarme. -le guiño un ojo, no le doy tiempo de contestar, salgo del restaurant, lo más pronto que puedo, pues no pienso perderle el rastro a Destefano.
Finalmente le sigo el paso, disimuladamente, o al menos tratando de no ser vista por él.

 Finalmente le sigo el paso, disimuladamente, o al menos tratando de no ser vista por él

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
La Diosa del RíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora