15 Mikey, quiero que seas muy feliz

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Emma había notado desde hace un tiempo que algo no andaba bien.

Tal vez todo había comenzado desde aquel día en que su hermano había decidido que confesaría sus sentimientos a cierto rubio llorón que lo hacía suspirar y sonreír como en mucho tiempo no había visto sonreír a Mikey, le encantaba ver su mirada llena de luz cuando comenzaba a hablar de Takemichi y cómo parecía que volvía a sentirse vivo con la presencia de este dibujando sonrisas tan hermosas, era algo hermoso y trágico de admirar.

Porque también se ponía triste cuando veía cuanto sufría su hermano al pensar que no podrían entrar juntos, al recordar que su amado no le pertenecía.

Por eso le pareció tan deslumbrante la manera en la que un día durante el verano de repente Manjiro parecía tener más esperanzas, formándose una enorme y bella sonrisa en su rostro, parecía que sus sentimientos de alguna manera empezaban a ser correspondidos, que esos ojos azules lo veían tal vez de la misma manera que los de su hermano a él

Emma quería que Mikey fuera muy feliz, así que cuando le pidió ayuda para escribir una carta de amor para Hanagaki no dudó en hacerlo, incluso sabiendo que Hina y él estaban juntos recordaba una frase de una película romántica —"los sentimientos son para expresarse, no para ser callados y guardados para ti mismo"— además, sabía que el dueño del corazón de Manjiro era alguien amable y fantástico, así que no dudaría en dejar en sus manos el corazón de su hermano, porque sabía que él podía hacerlo tan feliz cómo merecía.

La rubia era consciente de que después de que Shin-nii muriera Mikey había dejado de ser el mismo, perdió algo de brillo en sus ojos, dejándolos cómo dos cuencas oscuras a las que parecía ya no quedarle mucho, sin embargo Emma se prometió que lo ayudaría a ser feliz, que sin importar nada se quedaría a su lado y se encargaría de su felicidad.

Por eso cuando llegó aquella tarde con Ken, con la mirada más apagada de lo normal y los párpados rojizos supo que su hermano había llorado, después se pudo enterar de lo que había pasado en aquel parque y algo en su corazón se estrujo con el hecho de pensar que aquel chico de ojos azules hubiera rechazado el corazón de su hermano, sin embargo la realidad le pareció más dolorosa e injusta.

Emma solía pensar que Hinata era una chica amable que no le haría daño a nadie, pero había lastimado adrede el corazón de su querido hermano, dejándolo con dudas y pena sin poder ver a los ojos a Takeomi por la vergüenza y lo peor era que realmente no podía culparla, le querían arrebatar a su novio y cualquiera reaccionaria mal, pero aún con eso fue cruel dejar de esa manera a Mikey y a Takemichi.

Y sabía que el de mirada oceánica también estaba sufriendo por las oscuras líneas bajo sus ojos.

Durante ese tiempo la carta que Manjiro había escrito con tanta ilusión y esmero había quedado en el olvido, sin el valor de salir, encerrada en aquella caja que cada vez parecía más imposible de abrir, porque el dolor y la duda no lo dejaron atreverse a entregarla a su destinatario, es tan triste que esos hermosos sentimientos no hubieran podido ser expresados.

Así que Mikey quiso deshacerse de ella, no creía que algún día los sentimientos que sus letras profesan podrían ser siquiera escuchados por Takemichi, no le veía el caso, pero Emma no lo permitió, no dejaría que Manjiro tirará a la basura su propio corazón así que la guardo para cuándo su hermano volviera a sentirse seguro, cuando viera que vale la pena expresar algo tan hermoso como el amor.

Y es que Emma notaba cómo Takemichi se le quedaba viendo a su hermano, notaba que cuando esté no lo veía se formaba una sonrisa tan bonita que parecía que estaba viendo un tesoro invaluable al que quería proteger con su vida, por eso sabía que el rubio podía hacerlo feliz, porque sin ser nada ya lo sostenía en sus manos cómo lo más importante que tenía

Por una vez... quédate!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora