23 La ridícula idea de no volverte a ver (Parte I)

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Un hombre caminaba con tranquilidad por los pasillos del cementerio, una rutina bien aprendida después de años de visitar aquella tumba, al principio fue todos los días, acompañado de un amargo lamento cargado de arrepentimientos, después fue cada semana y al final quedando como una visita al mes, el llanto aún se presentaba en ocasiones, las disculpas a una piedra fría con aquel nombre y unas flores que siempre adornaban la lápida antes de que él llegara nunca faltaban y tal vez nunca faltarían, pero quería creer que algún día sería capaz de visitar aquella tumba sin sentir una presión abrumadora en el pecho.

A veces se preguntaba si de verdad las cosas debían de haber terminado de aquella manera, si de verdad el orden de los hechos y su resultado era lo que estaba escrito, lo que pasaría irremediablemente, dicen que el karma y el destino constantemente juegan con la vida de los humanos y nunca antes había estado tan de acuerdo con aquella afirmación como aquella tarde de marzo, donde un disparo lo cambió todo, cuando una vida fue arrebatada y nadie pudo hacer nada para evitarlo.

Había sucedido como en cámara lenta, lo recordaba perfectamente, a decir verdad, cada segundo en el que sus ojos presenciaron aquella escena.

No le gustaba recordarla.

Pero siempre que iba a visitarlo no podía evitar hacerlo.

Pidiendo perdón a la nada mientras su alma rota buscaba fundirse con la piedra en la que estaba grabado aquel nombre.

Sus pasos eran lentos pero firmes, no había prisa, no es cómo si su destino fuera a desaparecer antes de que pudiera llegar, (aunque algunas veces sentía que ese podría ser el caso). Llegó en automático, su cuerpo se había aprendido el trayecto de memoria, su mirada se dirigió hacía su destino, sintiendo como las lágrimas comenzaban a brotar de sus orbes, siempre era lo mismo, no podía decir si quiera un "hola" antes de comenzar a llorar.

Era en esos momentos en los que se preguntaba si algún día sería capaz de superar el dolor.

- ya debes de estar cansado de escucharme llorar cada que vengo a verte...de verdad lo siento, la próxima vez que venga prometo ser más fuerte - siempre prometía lo mismo y siempre terminaba por romper aquella promesa. No se le podía culpar en realidad, un alma y un corazón roto no son fáciles de sanar, incluso cuando ya han pasado tantos años. - me pregunto qué pensarías de mi si pudieras verme ahora -.

- "No!.no hagas esto! por favor, no te vayas, ¡no te atrevas a cerrar los ojos!" -

Los recuerdos llegaban a su mente como una corriente de agua que empujaba hojas que acaban de caer, una tras otra, a veces empalmándolos, a veces dejándolos fluir de manera violenta, provocándole dolores de cabeza.

Suspiró limpiando las lágrimas que aún bajaban de manera lenta, recorriendo un camino ya conocido, aunque muchas veces interrumpidos por la manga de una chaqueta, se sentó frente a la lápida en silencio, perdido en pensamientos y recuerdos, aunque logrando percatarse que las flores que siempre solían estar en aquella lapida antes de que el llegase no se encontraban en esa ocasión, sonrío levemente.

- él no te ha venido a ver? -preguntó sin esperar respuesta, cerrando los ojos por un segundo, podía sentir aquellos recuerdos volver, en esa ocasión no eran empujados con violencia, si no que venían uno a uno, dándole tiempo de revivir con detalle cada uno, algo que recordaba bastante era el olor de la sangre mezclándose con el de la pólvora, los gritos, el dolor, recordaba el dolor que tenía en el pecho, ese dolor punzante que no lo dejaba pensar, que lo hizo quedarse quieto en el momento en que vio la vida abandonar aquellos ojos que por mucho tiempo se dedicó a adorar y desear proteger.

Por una vez... quédate!Where stories live. Discover now