17 ¿No podíamos saltarnos el dolor?

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Es curioso cómo las personas solo registran en su mente lo que quieren, cómo olvidan aquello que los hace sufrir mientras guardan lo que le da esperanza a su corazón.

Incluso si es una mentira.

Izana se repitió muchas veces en su cabeza que Takemichi podría llegar a amarlo que eventualmente olvidaría a Manjiro y serían felices juntos, Izana quería convencerse de eso cada que veía los ojos rojos del rubio tras una tarde de llanto, se lo repetía cada que lo sentía despertar en la madrugada añorando a alguien que no estaba a su lado.

Siempre he pensado ye las peores mentiras son las que nos decimos a nosotros mismos y es que Izana se mentía constantemente, lo hacía con la mejor y la peor intención.

Solo quería ser feliz también pero ya hemos sido testigos de lo que pasa cuando una persona quiere ser feliz.

Aquellas orbes violetas deseaban con cada fibra de su corazón de que Hanagaki pudiera corresponder a sus retorcidos sentimientos, que pudiera sentir la misma emoción que él cuando lo besaba hasta dejarlo sin aliento, esperaba que también se emocionara al verlo a los ojos y que su corazón hiciera un espacio para él, oh que bendición sería poder tener su propio lugar en el corazón de aquel rubio de ojos azules.

Sería un sueño hecho realidad

Un sueño que Izana creyó vería cumplirse

Pero los sueños nunca se cumplen

Al menos no para alguien como Izana

Tal vez Izana era feliz viviendo en esa burbuja perpetua, en aquella burbuja llena de ilusiones en las que veía a Takemichi a su lado por el resto de sus vidas, para Kurokawa el amor y la compañía eran conceptos extraños y ajenos a él, lo más cercano que tenía a una familia murió hace años siendo arrebatado de su lado y entonces se quedó solo, había un vacío en su alma que no lo dejaba existir en paz, que no lo dejaba vivir de una manera tranquila.

Oh al menos así era hasta que conoció a ese pequeño rayo de luz y esperanza.

Takemichi Hanagaki se apareció frente a él cómo un salvavidas que es aventado a una persona que está a punto de ahogarse, esa sonrisa y brillantes ojos lo hicieron temblar en cuanto se toparon aquella tarde en el muelle, tal vez fue la brisa, tal vez fueron las manipulaciones de Kisaki pero desde que conoció a Hanagaki su mente era ocupada por aquella radiante sonrisa y palabras llenas de sinceridad.

"Él debe ser mío"

Fue el primer pensamiento que cruzó su mente al percatarse de lo importante que el rubio era para su molesto hermano Mikey, al principio tal vez fue un mero encaprichamiento, al principio solo lo quería para acabar con Manjiro.

Pero eventualmente aquella luz comenzó a volverse su faro, aún cuando lo veía con desprecio en aquel departamento en el que lo había encerrado lo hacía sentirse más vivo de lo que nunca en su vida se había sentido.

Izana se había estado ahogando solo en la profundidad de un abismo y encontró en Takemichi a un compañero al cuál hacerle depender de él, alguien que se ahogara a su lado y a la vez fuese su salvación, ambos veían el filtro rojo de luz pero no hacían un esfuerzo por evitar que se siguiera tiñendo.

No era consciente de que el mismo estaba opacando su luz, no lo notó cuando vio su mirada apagada el día que lo apartó de Mikey en la fiesta, no lo notó cuando le robó un beso por primera vez, no lo notó cuando con lágrimas en los ojos le dijo que era suyo a cambio de la muerte de Kisaki Tetta.

Por una vez... quédate!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora