23 » nuestra felicidad, nuestra familia

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Minho frotaba su sien mientras revisaba diferentes papeles del escritorio, no solía admitirlo, pero estaba estresado. Así es como entendía que la vida de un adulto no era para nada fácil, sin embargo sabía que siempre había una razón por la cual seguir.

Tenía unas ojeras muy marcadas bajo sus ojos, de no ser por los lentes que le ayudaban a ocultarlas posiblemente ya hubiera preocupado a todo el personal que lo viera.

Gruñó una vez más viendo que aún faltaban miles de papeles que leer y firmar. Formó un puchero negando con la cabeza, quería volver a ser un niño y no tener que enfretarse a estas cosas, en donde sus sueños no le causaban problemas. Como ahora, que durante su camino a lograr su sueño tenía estrés, frustración y desesperación acumulada.

El teléfono de su escritorio sonó causándole un par de quejidos. Su cabeza realmente no toleraba ruidos, ya no más. Contestó al instante a pesar de no querer hacerlo, era eso o lidiaría con el molesto sonido del teléfono llamando.

—¿Hmm?— respondió sin despegar su vista de los papeles.

—Disculpe interrumpirle señ... joven Lee. Solo para informarle que las diapositivas ya han sido revisadas.

—Mjm... ¿todo bien?— infló sus mejillas esperando a que no hubiera un imprevisto.

—Sí, ha sido aceptada para la junta de mañana. Felicitaciones.

—Debería alegrarme, pero aún tengo cosas que hacer. Gracias por avisar y perdón si cause algún problema— dijo entre dientes.

—No es nada se... joven Lee. Sabemos que las campañas publicitarias cada vez son más complicadas de realizar.

—Mjm... aún así disculpen— encogió sus hombros— y gracias...

—Por cierto, se me ha olvidado decirle que...

—¿Qué...?— su mandíbula se tensó esperando venir una mala noticia.

—El joven Han se dirige a su oficina.

—Mmm...— sonrió inconscientemente— gracias Jade— dicho esto colgó volviéndose a concentrar en los papeles.

Frotó su sien una vez dejando a un lado los papeles para beber un poco de té, hoy estaba siendo un día pesado para él.

Escuchó como llamaban a la puerta, antes de que pudiera pronunciar algo, Jisung se asomó ligeramente por la puerta con una gran sonrisa en sus labios

—¿Se puede...?

—No— respondió con una sonrisa burlona en su rostro.

—Mmm...— formó un puchero con sus labios— entonces será una pena porque tus personas favoritas querían verte. Ahora llorarán más de lo que ya.

Minho abrió sus ojos con sorpresa mientras soltaba una risita nerviosa.

—¿Qué hacen aquí?— se cruzó de brazos.

—¿No podemos venir a visitarte?— le dedicó una de esas miradas que siempre usaba para convencerlo.

—Algo quieres— achicó sus ojos.

A punto de ponerse de pie Jisung entró avisándole que no lo hiciera.

—No te pongas de pie. Dame una mano— guiñó ligeramente el ojo.

Aquel dolor de cabeza se marchó cuando vio a Jisung sonriendo con su hijo en brazos y a su hija en aquella carriola –cochecito para bebés–. En ese momento hasta se le olvidó que la razón de aquellas ojeras bajo sus ojos eran porque en la madrugada Anne los había despertado no solo a ellos, tal vez hasta a los vecinos con su llanto.

𝑪𝒐𝒎𝒆 𝒕𝒐 𝒎𝒆 [𝑴𝒊𝒏𝒔𝒖𝒏𝒈]Where stories live. Discover now