04 | Cosas del destino

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La semana no fue demasiado bien para Yeonjun. Lo primero fue la salida fallida con Soobin para ir a jugar a máquinas recreativas; fue mala suerte que justo su amigo tuviese una reunión del consejo escolar, aunque ninguno se esperó que después de su charla en un banco acabasen persiguiendo a unos chicos que se habían colado en el instituto. ¿Quién en su sano juicio tendría razones para querer ir al instituto por la tarde? Al final no lograron atraparlos, pero Soobin estaba seguro de que no tramaban nada bueno. Después de aquello el peliazul trató de centrarse en las clases y en sus partidos de voleibol, aunque no consiguió hacer ninguna de las dos cosas; su equipo perdió un partido esa misma semana y estaba completamente desmotivado en las horas lectivas.

¿Cómo se suponía que iba a atender en las clases o a intentar tener motivación cuando lo único de lo que hablaban los profesores era de la universidad?

"Ya queda poco para que decidáis lo que queréis hacer en el futuro" "El curso acabará pronto" "¿Todos habéis tomado una decisión ya, ¿verdad?" "Recordad que no es algo que podáis tomaros a la ligera, esto marcará vuestra vida".

Dios, tan solo tengo 18 años, me queda toda la vida por delante.

Cuando terminó la mañana del viernes él estaba agotado, más mentalmente que físicamente. Quería tirarse en la cama, escuchar sus canciones favoritas e intentar despejar su mente, por muy complicado que le resultase en aquellos momentos.

Salió un poco más tarde del instituto debido a que tuvo que limpiar el gimnasio tras los entrenamientos, sentado algo distraído en la parada de bus. Probablemente, debido a la hora que era, no se encontraría a ningún otro estudiante en el transporte, y por una parte le reconfortaba; probablemente aquella era la segunda vuelta que hacia el autobús por esa ruta aquel día.

Cuando se montó en el vehículo caminó hasta uno de los asientos traseros, aunque algo hizo que se detuviese. El bus estaba vacío, pero sobre uno de los asientos reposaba un cuaderno y una tarjeta de identificación que sabía era de su instituto. Su ceño se frunció con levedad, mirando un par de veces alrededor antes de sentarse en ese sitio.

Colocó el cuaderno sobre sus piernas, mientras observaba con los labios aplastados la tarjeta.

"Kang Taehyun", tan solo un curso por debajo a él.

— Taehyun... diecisiete años... — ladeó su cabeza mientras trataba de pensar, pero realmente no tenía ni la menor idea de quién era ese chico, ni siquiera fijándose en la foto de la tarjeta lograba que le sonase de algo.

Era evidente que esas dos cosas pertenecían al tal Taehyun y que se las había dejado en el bus cuando volvía a casa. Lo buscaré el lunes para devolvérselo. Sonrió ligeramente, dejando que un pequeño suspiro se le escapase de los labios, pensando lo mucho que le gustaría poder retroceder un año en el tiempo para no tener que pensar en tantas decisiones precipitadas. Si tan solo los años fuesen más lentos... pero el tiempo no espera a nadie.

Cuando llegó a su casa, esta se encontraba completamente vacía. Comió solo, como ya era costumbre, debido a los horarios de trabajo de sus padres. En muchas ocasiones pensaba que estos solo se preocupaban porque le fuese bien en los estudios, y al igual que los profesores tan solo le metían más presión para que tomase una decisión, pero una decisión de la que ellos estuviesen orgullosos, una carrera con la que sus padres pudiesen alardear frente a sus amigos. "¿Ah, si? Pues mi hijo estudia...". Se le ocurrían muchas opciones con las que sus padres accediesen: médico, abogado, farmacéutico, quizás profesor; ninguna de ellas le convencía a él, aunque su opinión no parecía demasiado importante, por muy irónico que fuese aquello. Realmente nunca había tenido una relación mala con ellos, no se sentía como un hijo que no fuese querido, había recibido amor y cariño, pero había ciertos comportamientos de sus progenitores que no le gustaban demasiado. Si alguno vez soy padre, aprenderé de sus errores.

Una vez que terminó de comer fue hasta su habitación, dejando su mochila en algún rincón y posando también con cuidado el cuaderno y la tarjeta de identificación sobre su escritorio, sin ni siquiera sentir curiosidad por lo que había entre las páginas de aquel encuadernado negro. Se sentó en la cama poniendo unos cojines contra la pared para apoyarse después en ellos, estirando las piernas para apoyar ahí su portátil. Sus dedos se movían con rapidez por el teclado mientras ponía algo de música para empezar a hacer sus trabajos de clase; la música siempre le ayudaba a despejarse.

Estuvo tranquilo durante un largo rato, pese a que haciendo aquel trabajo sobre la guerra mundial fuese a quedarse dormido en cualquier instante. Al final, dándose por vencido y decidiendo tomarse un descanso, entró en sus redes sociales para distraerse un poco. Fue una mala idea. El tenía bastantes seguidores, daba igual la plataforma en la que se crease una cuenta. Sabía que muchos de ellos eran de su mismo instituto, aunque de los cuatro dígitos que aparecían en su contador de seguidores, tan solo conocía a menos de veinte. Y fue uno de esos veinte el que lo estresó de nuevo.

"Preparándome para el examen de mañana. Un día menos para mi entrada en la carrera de derecho". Era una publicación completamente inocente de una chica de su misma edad, pero logró que su pecho se oprimiese, teniendo que tragar saliva mientras cerraba la tapa de su portátil. Se levantó con pesadez de la cama, observando con una mirada cansada su habitación; trofeos de competiciones de volleyball y otros deportes que había practicado decoraban las estanterías, junto a estos había discos de música, un par de monopatines colgados de la pared, pósters de modelos y diseños de moda. Era evidente que sus gustos eran muy variados y que se había pasado aquellos dieciocho años probando cosas nuevas, experiencias distintas. Probablemente por esa misma razón le resultaba tan complicado decidir su futuro.

No notó en qué momento su respiración se volvió más pesada, teniendo que inspirar hondo un par de veces para mantenerse calmado. Fue entonces cuando su mirada se topó con los dos objetos desconocidos sobre su escritorio. Se acercó agarrando la tarjeta de identificación entre sus manos, analizando de nuevo el rostro de Taehyun antes de dejar el trozo de plástico a un lado; pasó su mano por el lomo del cuaderno, notando la rugosidad de este y pareciéndole algo caro y extraño para tratarse de un cuaderno escolar. Pronto su mano se deslizó bajo la tapa, abriendo esta para encontrarse con varios bocetos hechos a lápiz.

Sus labios se despegaron ligeramente, observando con curiosidad las diferentes flores, pájaros y estructuras arquitectónicas que se encontraban en aquella página. Reconoció alguno de esos edificios porque los solía ver en su camino al instituto, quedándose maravillado con el detalle de estos y dejando muy atrás las emociones que estaba sintiendo hasta aquel momento. Aquel chico, Kang Taehyun, tenía verdadero talento. Volvió a introducir su mano entre las páginas, pero esta vez abrió una al azar, quedándose de piedra al ver el dibujo de un chico mirando por la ventana del autobús.

Soy yo.

____________ Fin del cuarto capítulo.

Estoy viva!
viva y con bloqueos
creativos¡!

Gracias a todos los que
me tenéis paciencia y
seguís por aquí pese a
que no actualizo con mucha
frecuencia.
Podéis estar tranquilos,
aunque sea lenta no planeo
abandonar mis historias. uwu

Como siempre os invito a
comentar qué os ha parecido el
capítulo.~

¿Cómo reaccionará Yeonjun
al descubrir que tiene un stalker?

The Sketchbook | Yeongyu.Where stories live. Discover now