Querida amiga

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Cuando el sol se encuentra a mitad del cielo, en el aula de tercero B el reloj de pared marca las doce y se escucha sonar, en todo aquel colegio, la campana que indica la salida de clases. Rápidamente los niños, entre risas, charlas y algún empujón que la maestra les reprende, abandonan el aula. Una niña de coletas es la última en salir, ya que se demoró guardando los útiles, y como la mayoría se dispone a emprender el camino a casa.

Camina a un paso tranquilo y se alegra que, hoy, la mochila no pese tanto. Mira las casas, las baldosas de tonos opacos, evitando así tropezar con algún relieve, y saluda a uno que otro perro que, moviendo sus colas o acercándose con la intención recibir una caricia, le devuelven el saludo.

El sonido de un leve viento mueve las hojas del árbol sobre su cabeza y el juego de las sombras en el suelo la fascina haciéndole sonreír y desear tener una cámara, como la de su padre, para capturar aquello. Mientras avanza, alza la vista para encontrarse con un sol colándose por entre copa de hojas amarillas y, luego, un celeste cielo despejado la saluda. Antes que vuelva la vista a su camino algo en ese cielo la sorprende, es la luna en pleno día.

Se detiene un momento, acomoda su mochila mientras sonríe. —Hola, querida amiga —agrega.

Continúa caminando contenta, ya que desde que llegó el otoño no puede ver la luna a través de su ventana; es bueno volver a verla. Un pensamiento llega de repente y sencillamente, con la vista posada en aquel satélite, pregunta —¿Viniste de visita o es acaso que no puedes dormir? ¿Tuviste una pesadilla? —. No espera una respuesta, sabe que, por más que preguntara, su fiel amiga no le responderá, la niña cree que debe ser por timidez. 

El viento sopla un poco más fuerte, creando pequeños remolinos de hojas en de la vereda sin barrer, es cuando una canción entonada por la voz infantil de la niña comenzó a sonar suavemente. Es que luna se encuentra demasiado lejos para poder ir a darle un abrazo y un vaso de leche caliente, como su mamá suele hacer cuando ella tiene un mal sueño.

Así, la suave brisa mueve las hojas al compás de aquella canción que la pequeña entona en un susurro bajo, una canción para ayudar a dormir a su querida amiga, la luna.

Agua para las floresWhere stories live. Discover now