Jardín

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Es fines de verano, apenas pasando el medio día y en el jardín hay una mujer bajo la sombra de una gran Bignonia Rosa, la cual trepa a un costado de la pérgola hasta llegar arriba y desplazarse de manera horizontal por la misma.

Sentada a la mesa de jardín, la mujer admira la enredadera en silencio y sin prisa. Recorre con su vista el leñoso tronco con un aspecto envejecido a causa del tiempo, las hojas lanceoladas, compuestas y dispuestas de forma imparipinnada, y las flores rosas en forma de trompeta que con la luz del sol sus pétalos se vuelven transparente en los extremos. Una de las mismas se desprende y llega a sus pies, la levanta y sonríe contemplando las líneas violetas que nacen desde el centro y contrastan con los rosados pétalos. Detalle que desde lejos no se pude contemplar.

Dejando la flor en la mesa, termina el último trago de su té frío y deja caer su cabeza quedando su rostro hacia arriba. Deja que su vista se pierda en el verde de las hojas, que en algunos lugares tienen tonos más claros debido a la luz del sol. Aun así, la cantidad de rayos de luz que traspasan la frondosa enredadera son muy pocos y suaves.

Cierra los ojos disfrutando del suave viento que llega a su rostro y hace sonar las hojas y ramas, seguramente desprendiendo una que otra flor. Siente el suelo fresco bajo sus pies descalzos y el aroma que libera la menta en maceta a su derecha. Un zumbido llega a sus oídos y sonríe suavemente, seguramente una abeja.

La tranquilidad y frescura del ambiente la envuelven y siente que el sueño le invade lentamente. Entonces, cuando entra en un estado medio dormida un gorjeo la hace regresar.

Gira su cabeza en dirección del sonido y allí, sobre una de las ya ramas de la trepadora distingue una pequeña ave de aspecto voluminoso y un plumaje en tonos pardos desde su cabeza a sus alas, mientras que el pecho posee un tono grisáceo. Además, líneas negras bien definidas le adornan. Es un gorrión.

Este mismo vuelve a gorjear mientras mira, al entorno y a ella, girando su cabeza, para luego sencillamente emprender vuelo. Quizás sea que la mirada dorada el gato gris, que hasta hace momentos dormía sobre el almohadón de la silla contigua a la mujer, lo espantó.

Agua para las floresWhere stories live. Discover now