Ojos vendados [GoYuu]

Capítulo 8

Ya llegué.... ¿Me extrañaron? (Muere ignorada TTnTT)

- Ahh... mas... Yoru... ah- Yuuji yacía en cuatro, con sus manos atadas en la cabecera de la cama, gimiendo como loco y rogando por más. Las embestidas del albino aumentaron la velocidad, dando una y otra vez en el punto dulce de Yuuji. Satoru a estas alturas, sabia absolutamente todos los gustos sexuales del menor, sabia donde tocar, donde besar y donde apuntar para que Yuuji viera estrellas.

- Oh bebé... eres tan bueno...vamos... mueve tus caderas para mi- Gojo le soltó una nalgada al menor, sabia que a el le encantaba, tenia un lado masoquista que descubrieron juntos y claro que sabia explotar esta faceta.

- Ah... no... no... no lo soporto más- Lloriqueo el menor.

- Claro que si bebé... puedes con esto y más- En una de sus embestidas los audífonos se movieron de lugar, a lo que rápidamente Satoru acomodo de nuevo.

- ¿Es en serio? ¿Después de todo este tiempo, aun no me vas a dejar oír tu voz? -

-No... concéntrate... en lo que estamos haciendo- Para distraerlo de la pequeña "discusión" tomo el miembro del menor con una de sus manos y empezó a bombearlo al ritmo de sus embestidas.

"Porque, te amo tanto que, no puedo privarte de tu libertad por siempre, un año Yuuji, déjame tenerte un año. Después de ese tiempo, te dejare en libertad... te lo juro" Esa fue la promesa que hizo Satoru, una promesa que pronto debería cumplir. El albino cerro los ojos y se dispuso a disfrutar lo máximo posible del tiempo restante con Yuuji.

Yuuji se encontraba con la cabeza recostada en el pecho de su captor, dormitaba mientras inhalaba el aroma que desprendía aquel cuerpo perfecto, se había echo adicto a las relaciones sexuales con ese sujeto, le encantaban sus manos, amaba su aroma, le gustaba que en ocasiones se portara rudo con él, como la primera vez. Técnicamente había sido obligado... a medias, lo disfruto hasta cierto punto.

Después del primer encuentro Yuuji se mostró reacio a cooperar con Satoru ante cualquier actividad y si bien el albino pudo obligarlo a ceder, se abstuvo por la culpa que lo invadió momentos después del acto. Se dedico a mimar a Yuuji, a complacerlo ante cualquier ridícula petición. Yuuji supo sacar provecho de esos remordimientos y decidió dar rienda suelta a sus deseos carnales, a ceder ante las caricias recibidas y pedir más.