Queen Mary

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—¿Y que lo trae a nuestra humilde morada temporal? —Pregunte, trate de arreglar mi cabello que había sufrido a causa de la gran ventada.

—Solo tenía curiosidad, es extraño ver una casita flotando en el cielo.—Comentó Alisios con aire de pesadez en su tono, su rostro inespresivo se dirigia a cada habitante de la casa repasando en sus facciones, estudiandonos. 

—Bien, ¿Se puede ir?—Pedí sin el más mínimo respecto. —No ha sido invitado.

El Dios tenso su mandíbula y apretó el agarre en la piruleta, tanto que esta se agrieto.

—Es una verdadera lástima que está considerado un crimen asesinarte en los próximos quinientos años, pero me alegro saber que viviré más que eso.—Arrastró las palabras con tanto veneno que retrocedí.

—Señor Alisios los dioses no son bien conocidos por curiosos, ellos siempre quieren algo, ¿Qué es lo que quiere usted? —Preguntó Brett increíblemente serio, Alisios mostro una sonrisa fría y tensa.

—El anillo de bodas de mi esposa, Brisas, se ha perdido en el Queen Mary, Recupérenlo o si no los vientos no los dejaran avanzar, estaré de regreso mañana por la noche—Informó Alisios, el caminó hacia los controles y con solo tocarlos, sentí el jalón en el estómago, similar a la sensación que deja la teletransportación de Mystic.

El paisaje de las ventanas cambió, ya no estamos sobre la ciudad que nunca duerme, ahora flotamos sobre un enorme barco de color blanco hueso, iluminado por doquier y reflejando la luz de las lamparas en las guas oscuras. 

—La muerte.—Murmuró Nathaniel observando el barco, en sus brazos habian aparecido de un momento a otro lineas oscuras que se mueven como serpientes. 

—Nathaniel, ¿Qué son esas lineas?—Preguntó de forma cautelosa Elena. 

Alisios desapareció sin importarle el drama ajeno y todos en la hbitación quedamos pendiente al movimineto de las lineas en el cuerpo del principe demonio. 

—Cadenas, mantienen mi verdadera forma oculta.—Explicó. El se remangó un poco el sueter y se veian aun más lineas desbocadas. 

—¿Por qué? —Pregunte acercandome para ver con más detalle. 

—En algún lugar del barco hay una entrada al inframundo, ¿Es que acaso no ven el aire que rodea el barco? —Preguntó al final.

—Sí.—Confirmó Derek, su cara estaba de un extraño color verde y se tapaba la nariz con su suéter de lana.

—¡Huele a Nathaniel más de lo usual! —Exclamó Brett, pero para él no parecia que el olor fuera molesto como lo estaba siendo para Derek. 

—No huelo nada.—Se quejó Alyda inhalando y exhalando muy rápido, además se movía por la habitación buscando un punto donde el olor apareciera.

—Ni yo—Asintió Elena. 

Olí el aire de manera reiterada, pero no captaba más aroma que el del ambientador que reposa en una de las mesas auxiliares.

—¿A que hueles?—Le pregunte al chico acercándome a él y oliéndolo, me pegue a su costado enterrando brevemente mi nariz en el hombro de su camisa, pero solo pude oler la frangancia de una colognia picante y el olor de un suavizante de ropa de manzana verde. 

Nathaniel me empujó de su lado, me acomode para evitar caer ante su acción.

—No hueles mal.—Comente.

—¿A que huele? —Preguntó Elena interesada.

—Perfume. —Revele, eso no parecia ser tan correcto por la risa de Brett y la mirada en blanco de Derek, además de la leve burla en la cara de Mia. 

Siete Demonios [Saga Siete # 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora