Hasta el límite

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Hasta el límite

A esa hora de la noche, que parecía iba a ser una como cualquier otra, la familia Loud se hallaba sentada a la mesa y el señor Lynn observaba gustoso a sus hijos tomar buena parte de los deliciosos espaguetis que les había preparado para cenar.

–Que bueno que les gusta.

Sin embargo, había alguien que no se había atrevido a tocar su plato todavía, y ese alguien era Leni que, por alguna razón, se veía bastante molesta.

Así, en dado momento, todos guardaron silencio cuando la rubia sacudió las manos y exclamó en voz alta:

–Mis ideas no son terribles.

–Cariño –le habló primeramente su madre–, ¿de qué estás hablando?

–Les presenté ideas para la campaña de la alcaldesa y su malvado director de campaña las odio –contó Leni enfadada–. Tengo buenas ideas, ¿saben? Como nuevos cojines para los duros asientos de los autobuses escolares.

–Ahora que lo mencionas –opinó su hermano Lincoln–, creo que mi trasero está entumido desde entonces.

–O que las tiendas no cierren a las nueve –continuó con su discurso, en tanto se paraba arriba de la mesa–, ¿han escuchado de los noctámbulos?

–Predica –la apoyó su hermana Lucy.

–O luces verdes más largas para llegar a tiempo a los estrenos de las películas.

Guau, querida –opinó Rita maravillada–, esas son excelentes ideas.

–Si te lanzarás para alcaldesa, votaría por ti –comentó Lana–, si es que pudiera.

–Yo segundas –secundó Lincoln.

–Yo terceras –terció Lola.

Oh, uy, me encanta esa idea... Si, lo haré, me postularé para las próximas elecciones.

–Así se habla, hermana –la elogió Luna.

–Si, vamos a ayudarte con tu campaña –le hizo saber Luan.

Y todos en la mesa ovacionaron a la rubia para demostrarle su apoyo.

–Esperen un segundo –interrumpió súbitamente Lincoln que fue la única excepción–. No estarán hablando en serio.

–¿Por qué no? –replicó Leni con una cálida e ingenua sonrisa–. ¿No crees que mis ideas son buenas?

–Si, creo que son muy buenas ideas –reafirmó el otro frunciendo el ceño–; pero cuando dije que votaría por ti lo dije en sentido figurado. Aun eres menor de edad, todavía vas a la preparatoria, no te puedes postular para alcaldesa de la noche a la mañana sólo porque tienes buenas ideas, esa si es una idea estúpida.

Su segunda hermana mayor se rascó la cabeza confundida.

–¿Qué?

–¡Es una idea estúpida! –bramó Lincoln–. ¡Y tú eres una chica muy estúpida!

Y en el acto se trepó arriba de la mesa, se acercó a ella, la haló bruscamente del cuello de su vestido para ponerla a su misma altura y le soltó una certera bofetada.

¡PLAF!

–¡Eres una chica muy, muy estúpida!

No conforme con ello, Lincoln agarró a Leni de los cabellos y la arrojó al suelo. Acto seguido saltó de la mesa y corrió a rematarla a fuerza de patadas en las costillas y el estomago. Todo ante las estupefactas y espantadas caras de sus padres y el resto de sus hermanas.

¡Auch! –chilló Leni mientras recibía todo ese castigo–. ¡Lincoln, me estás lastimando, basta, basta...!

–¡Lincoln, deja a tu hermana!

El señor Lynn, entonces, corrió a intervenir.

–¡No, estoy harto de tantas estupideces!

Pero su hijo actuó más rápido en aturdirlo de un puñetazo en los testículos, tras lo cual lo derribó de una patada en el pecho y le rompió la nariz de tres violentos pisotones que le asestó en pleno rostro.

–¡Esta se ha vuelto una serie muy estúpida!

–¡Detente ya, apestoso!

Lynn Jr. también trató de detenerlo, pero Lincoln la evadió y logró ponerse atrás de ella, aprovechando el momento para halarla de su cola de caballo y arrojarla contra la vitrina de trofeos que acabó desmoronándose completamente sobre su persona a causa del impacto.

¡CRASH!

–¿Leni para alcaldesa? ¡Pero que idea tan estúpida! –rugió Lincoln, arremetiendo esta vez contra las gemelas.

A quienes alcanzó en el umbral de la sala antes de que estas pudiesen echar a correr y las agarró de la parte de atrás de sus cabezas para estrellar violentamente la frente de la una contra la de la otra, haciendo que ambas cayeran al suelo y se echaran a llorar adoloridas.

Luna fue la tercera en querer intervenir. Sin embargo a ella no le fue mejor que a los demás, ya que antes Lincoln se arrojó a asestarle un rodillazo en el estomago, la agarró de la blusa con ambas manos y la acabó de derribar de un violento cabezazo con el que le destrozó la nariz.

Por su parte, Luan salió huyendo en dirección a la cocina, buscando salir por la puerta que daba al jardín de atrás. No obstante, Lincoln la embistió y la derribó y se puso encima de ella.

¡Ay!

–¡¿Que chingados les pasa a los guionistas?!... –bramó enfurecido, al tiempo que empezaba a surtirla de puñetazos en el rostro–. ¡Ya me tienen hasta la madre!... ¡¿Desde cuando... Esta hijueputa serie... Se dejó de tratar... De un niño lidiando con sus diez hermanas?!... ¡Se supone que yo soy el puto protagonista!... ¡¿Es que no soy otra cosa que un personaje de fondo o un saco de boxeo?!... ¡¿Eh?!... Leni para alcaldesa... ¡El coño de su madre con estos miembros del staff hijos de puta!... ¡Pedazos de mierda!... ¡Me cago en la puta que los parió...! ¿Acaso estaban intentando sacarme de quicio?!... ¡¿Ahora están contentos?!... ¡¿Esto es lo que querían?!...

–¡Esto no es lo que queríamos! –sollozo Luan, que por cierto no tenía la culpa de nada–. ¡No es lo que queremos! ¡Lo siento! ¡Lo siento!...

Presa del temor que en ese momento le inspiraba su propio hijo, Rita agarró a Lily y procuró mantenerse al margen. De ese mismo modo, Lucy y Lisa se apartaron a una zona neutral para no correr con la misma suerte que los otros.

–¿Qué hazemoz? –preguntó preocupada la genio a su hermana.

–Lo de siempre –contestó la gótica.

En tanto Lincoln empezaba a azotar la cabeza de Luan contra el suelo repetidas veces para desahogar su furia, Lisa se quitó su peluca, dejando expuesta su cabeza calva, sobre la cual tenía distribuidos varios mechones de pelo castaño de manera irregular.

De igual forma, Lucy se quitó su falsa cabellera negra, develando que abajo de esta también tenía varios mechones de pelo rubio distribuidos irregularmente sobre su cabeza calva.

A continuación, ambas hermanas empezaron a arrancarse sus mechones de pelo restantes a modo de desahogo.

–Soy dueña de mi cabeza –refunfuñó Lucy para si mientras hacían esto–. Es lo unico que sé.

FIN

Divertidos y Bochornosos Cortos de TLHWhere stories live. Discover now