1- Sus comienzos

1.8K 147 71
                                    


Passione estaba involucrado, él lo sabía... su padre... había muerto en esa cirugía. Qué coincidencia ¿no? Querían separarlos, jamás se creería ese cuento de que hubo complicaciones.

No.

Polpo no cumplió su palabra, pero ¿qué podría hacer él? Era un refugiado ahora, que contaba con la protección de este sujeto... y ya. Un simple subordinado como él jamás podría lograr algo.

Debía olvidar todo, dejarlo pasar... aunque algo no estaba bien en Passione, claro que no.

«¡Basta, Bruno!, debes dejarlo ir y seguir sobreviviendo, ¡seguir en Passione!».

A todo esto, Bruno no podía evitar pensar en si llegaría a subir de nivel, de rango, en la empresa...

Honestamente no lo creía...

                                                                                               ***

La vida de Bruno fue «tranquila». Aspiraba ser un capo dentro de Passione, pero eso le llevaría tiempo, lo sabía. Al menos no era su prioridad, no por ahora.

El joven Bruno simplemente seguía órdenes y llevaba a cabo su trabajo de manera impecable y rápida; después iba a buenos restaurantes para comer y descansar, así como reforzar sus lazos con la gente que comenzaban a reconocerlo, ya que frecuentaba esos lugares y ayudaba sin duda a la gente necesitada, como ancianos, jóvenes en apuros o en peleas, y cualquiera que él consideraba necesitaba su ayuda.

Gracias a su bondad natural y carácter firme y recto, rápidamente ganaba la confianza de las personas; lo tuteaban, buscaban y daban regalos. En ciertos lugares, donde solía pasar por trabajo o por las zonas donde debía laborar, ya era bastante popular (sobre todo con señoras). Siendo algo lento en el arte del coqueteo y las pequeñas pistas que lanzaban estas mujeres, Bruno lo tomaba como una actitud afable, digna de las personas de su edad.

Bruno, Bruno... con un pasado el cual cargaba en su espalda, dispuesto a ayudar a todo el mundo y sus ojos puestos en todo, menos en el amor... este último lo golpearía unas cuantas veces, hasta que se diera cuenta...

Quizá... la verdad ni yo lo sé. Era un hombre pragmático y misterioso.

Era una tarde de septiembre, con el cielo nublado y amenaza de lluvia. Bruno caminaba por una calle pequeña, parecía un callejón, ya que las casas estaban apretujadas entre sí, sin espacio para mucha gente caminando por ahí.

Bruno había terminado su labor, de espiar a ciertos hombres que estaban robando algo de dinero que se movía dentro de la empresa; ya tendría tiempo de encargarse de ellos, estaba seguro ahora de que eran los ladrones.

—¡Bucciarati!

El aludido giró sobre sus talones con lentitud, mostrando una amable sonrisa, ya que conocía muy bien esa voz: era la señora Alessandra, mujer cuarentona que siempre, casi sin excepción, le regalaba a Bruno rebanadas de pastel que ella misma horneaba.

La señora Alessandra se hacía cargo de su propia pastelería; tenía talento, eso era cierto, y sus pasteles y pastas eran famosas. Bruno, en alguna ocasión, la ayudó a librarse de un grupo de vagos que estaban afectando directamente a su negocio, así que, desde esa ocasión, ella le había tomado un cariño especial al joven Bruno.

—Buen día, Alessandra, gusto en verla —saludó de manera caballerosa mientras hacía una ligera reverencia. Estas muestras de caballerosidad encantaban a las mujeres de su edad, aunque él no se diera cuenta.

¿Te volveré a encontrar? Bruno Bucciarati x lectoraWhere stories live. Discover now