10- Encuentros esperados

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¡Era oficial! Bruno y Antonella tenían ahora una relación, aunque claro, oculta.

Passione no debía enterarse; el trabajo de Bruno lo exigía así, además, si quería mantener a salvo a su chica debía ser de esa forma; no quería que nadie la utilizara para extorsionarlo. Un tiempo trató de ocultarlo de sus amigos, pero no por una mala razón, simplemente era algo nuevo para él, no sabía cómo manejarlo y sus emociones y pensamientos parecían una maraña confusa; primero debía relajarse y decirles después... aunque se dieron cuenta al pasar tres días, sobre todo Abbacchio.

Bucciarati era pésimo para ocultar su felicidad, aunado a eso que, en cuanto pudo, se encargó de colocar a Antonella y a su hermanito en un pequeño departamento que estaba a su nombre; después ayudó a Antonella a conseguir un trabajo de medio tiempo en un pequeño restaurante, donde los dueños eran un par de viejitos amables, además de que los ayudó para que estudiaran y se cultivaran lo necesario.

Un mes pasó y Bucciarati solía visitar a ese par, momentos en los que Antonella ponía en práctica lo que aprendía en su trabajo, para cocinarle sus platillos favoritos a Bruno.

Su pandilla fue la única que se enteró de la relación de su jefe, aunque no hablaban del tema, Bucciarati se encargaba de cambiar el tema rápidamente; se avergonzaba al tocar ese asunto, era tímido con eso.

La felicidad no cabía en el pecho de Bucciarati, no creía que pudiera merecer tanto. Solo esperaba que durara por mucho tiempo.

Hubo una tarde especialmente tranquila donde Bucciarati invitó a un paseo por el parque a Antonella; les gustaba caminar de la mano, platicando de su día a día, compartiendo algún postre y disfrutando de su compañía.

Cuando la noche estaba a punto de caer, decidieron regresar. No se dieron cuenta de que alguien los seguía a cierta distancia.

—No puedo creerlo... —Shen los observaba, recargado en un árbol mientras fumaba un cigarrillo.

Desde que Antonella dijo que conocía a Bucciarati Bruno, decidió seguirla, para asegurarse de que se encontraba bien y... ver a ese hombre que le había arruinado la vida tiempo atrás.

No le gustaba recordar esos ayeres, pero estaba seguro de que ese sujeto, que iba de la mano con Antonella, era Bucciarati; el mismo que había intentado olvidar sin mucho éxito al parecer, ya que el rencor y el odio salían a flote solo con mirarlo.

Terminó su cigarrillo en el mismo lugar donde estaba, para tirarlo y pisarlo, antes de continuar su caminata. Ya había visto lo que quería. La pregunta en ese momento era: ¿qué haría ahora? ¿Qué era lo que sentía? ¿Celos? ¿Ira? ¿Todo? ¡Bah!

Sacudió su cabeza, tratando de alejar pensamientos confusos. Una cosa era la única clara para Shen, y esa era «venganza».

Odiaba a Bruno, lo odiaba con todo su ser. ¿Cuál era la razón? Pues, él y su pandillita lo habían detenido en una ocasión, agarrándolo a golpes por el simple delito de haber robado una hogaza de pan para Antonella y su hermanito...

Por suerte logró huir en esa ocasión. Pero sabía que lo estaban buscando, así que lo obligaban a permanecer más tiempo con Magdalena, ocultándose.

Ahora la situación era peor; ese soquete se pavoneaba por ahí con Antonella, agarraditos de la mano, riendo y disfrutando como una parejita...

Una cosa la tenía clara: Shen quería que Antonella fuera feliz. En serio. Pero su odio no lo dejaba tranquilo; Bruno no era adecuado para ella, debía asegurarse de que tuviera lo mejor... aunque no fuera con él...

¿Te volveré a encontrar? Bruno Bucciarati x lectoraWhere stories live. Discover now