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JiMin siguió observando a YoonGi, quien lo miraba fijamente. Sus ojos negros, ahora eran de un rojo intenso. Las venas resaltaban en su cuello. Su mandíbula se veía más definida de lo normal.

El diablo estaba enojado.

— JiMin, no me hagas enojar. Ponte los malditos pantalones de una puta vez.

JiMin solo estiró sus labios, ladeó su cabeza y sonrió. Tratando de lucir tierno.

— ¿Que es lo que quieres, JiMin?

— A ti.

YoonGi rió y golpeó su mejilla interna con su lengua.

— Estás jugando con fuego, JiMin.

— Y quiero quemarme.

YoonGi relamió sus labios.

— Las tentaciones como tú, merecen pecados como yo— Susurró JiMin.

YoonGi tomó el rostro de JiMin, y juntó sus labios en un beso apasionado. Las manos del menor fueron a la nuca del contrario, y enredó sus dedos en la oscuras hebras del mayor, quien lo tomó firmemente de la cintura y lo apegó a su cuerpo.

Las piernas del rubio se enrollaron en la cintura del contrario, quien tomó el cabello rubio de JiMin y tiró la cabeza de este hacía atras, dejando a la vista aquel delicioso y apetecible cuello.

YoonGi sin ninguna lastima, mordió el cuello de JiMin, quien jadeó de dolor, mientras se encogía. Llevó su mano hasta su cuello, y sintió la sangre caer por este.

Los ojos de YoonGi se iluminaron, y con su larga lengua limpió todo rastro de sangre en el cuello del contrario, quien clavó sus uñas en la espalda del mayor.

— Me haz marcado como tuyo— Murmuró JiMin.

YoonGi no respondió, y solo tomó los bóxer de JiMin, y se los puso al menor, junto con sus pantalones. Tomó uno de los zapatos de JiMin y se los puso, junto con el otro.

JiMin mantenía su mano en su cuello. De verdad dolía demasiado.

— Ahora vete— Indicó YoonGi.

— Sabes que no lo haré, YoonGi.

El mayor suspiró frustrado. Llevó su mano hasta sus labios, y sacó todo rastro de sangre que sus finos y delgados labios tenia.

JiMin se bajó de la mesa y a pasos lentos de acercó a YoonGi, quien mantenía su mirada fija en el rubio.

— Vamos, YoonGi....

— ¿Que es lo que quieres? ¿Sexo?

JiMin negó.

— Quiero que te quedes conmigo.

— No lo haré. ya te lo dije.

— Entonces seguiré intentándolo.

— Si no haz podido hasta ahora, dudo que puedas después. Tu mente siempre esta en mí, y no puedes tener sexo sin que yo este en tu mente.

— Lo iba a hacer hace unos minutos. Tú no me lo permitiste.

— Ese no era una persona. Era un demonio.

— De todas formas me hubiese encantado. ¿O que? ¿A que le tienes miedo?

— Que después te arrepientas de todo lo que estas haciendo.

— ¿Y por qué debería de arrepentirme?

— Sé como eres.

JiMin apretó sus labios.

— Y yo se como eres.

— ¿Como soy?

— Yo te gusto.

— Niño, yo no tengo sentimientos. No me gustas. Solo fuiste un simple muñeco con el que quise divertirme, Pero ya no me interesas.

JiMin frunció el ceño.

— Y ya te lo dije, ahora tengo a otro muñeco. ¿Y te digo algo? Él si es como a mí me gusta.

YoonGi tomó el mentón de JiMin, pero este lo empujó.

— Me gustan atrevidos, que no se arrepientan de las cosas que hacen. Que estén dispuesto a todo, y lo mejor, que me pidan que los lleve al infierno. Esos son los que me gustan. En cambio tú no eres nada de lo que mencioné.

YoonGi tomó un mechón de cabello de JiMin, pero este le gruñó enojado y lo empujó.

— ¿Por qué cambiaste derrepente?— Preguntó JiMin.

— Porque preferiste a la iglesia antes que a mi.

— O sea te dolió.

— No. No me dolió. Después de todo, todos eligen la iglesia antes que a mí. Estoy tan acostumbrado que a este punto me da lo mismo. Al igual que tú para mí no vales nada.

— ¿Y que quieres que haga para que me perdones?

— Eso debes de saberlo tú.
















































Amor de infierno ||Yoonmin||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora