5 | El diablo tiene miedo

7.6K 559 73
                                    

El silencio era tan incómodo para la desconocida aún cuando había vivido sola todo ese tiempo, así que soltó un suspiro cansado y desvió la mirada a otra persona que no fuese Amelia que por cierto estaba congelada en su sitio y sorprendida porque ...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

El silencio era tan incómodo para la desconocida aún cuando había vivido sola todo ese tiempo, así que soltó un suspiro cansado y desvió la mirada a otra persona que no fuese Amelia que por cierto estaba congelada en su sitio y sorprendida porque la pelinegra había dicho su nombre. Todos estaban confundidos por lo que dijo la pelinegra, de dónde ella conocía a Amelia. Stefano fue el primero en reaccionar y acomodo su camisa para acercarse un poco a la desconocida.

—¿Conoces a Amelia? —pregunto Stefano.

El italiano hizo la pregunta que el grupo sádico se hacía, la desconocida había aparecido de repente y no parecía ser amable, era todo lo contrario ya que había reaccionado de una manera agresiva contra Edel, entonces qué relación tenía con la rubia o de dónde la conocía, no podían ser amigas porque eran tan diferentes como para llevarse bien.

—Todos en Danger la conocemos —dijo ella sin darle importancia al asunto.

El alemán dio un chasquido y vendo su pierna antes de mirar a la pelinegra, apoyo sus manos en sus rodillas y se inclino cerca de ella, sintiendo el aliento del otro.

—Pero tu no eres una asesina y por lo tanto no perteneces a Danger —le hizo saber.

—¿Y quién dice que no?

—No pareces ser una asesina —comento Zorán.

Él había estado en silencio todo este tiempo sin dejar de observar a la desconocida, estaba analizando su manera de ser y realmente no parecía ser como ellos, tenía algo que causaba curiosidad, sin embargo, no le veía esa mirada que todo asesino tenía.

—Como sea —dijo ella mirando hacia la ventana.

No quería estar hablando sobre algo que a ella le causaba aburrimiento, solo quería descansar y al día siguiente seguir con su plan el cuál a ella le parecía interesante y divertido. Stefano noto que ella ya no diría nada más así que se movió de donde estaba y se colocó en frente de ella para hablar más de cerca como si se tratará de un secreto.

—¿De dónde la conoces? —pregunto refiriéndose a Amelia.

—Escuche a unos asesinos hablar de Amelia Young o mejor dicho la presa —se burlo.

—Nadie me llama presa —reprocho ella.

El grupo sádico se miraron entre ellos y evitaron la mirada de Amelia porque todos les decían así, algunos ni siquiera sabían su nombre. La desconocida comenzó a reírse porque el no contestar quería decir que era verdad, la cara de Amelia era lo que causaba risa, se sentía indignada por como la llamaban.

—¿Por qué me dicen presa? —reclamo.

La pelinegra inclino su cabeza y negó, tenía ese rostro oscuro, perverso y con esa sonrisa grande y divertida.

—Que patética, ¿Qué no te das cuenta que eres la presa de estos imbéciles?

—¡Oye! —se quejaron.

Danger Donde viven las historias. Descúbrelo ahora