11 | Un pequeño secreto

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Carlos llevo su mano al pecho por el susto que el italiano le había dado, su corazón latía deprisa. Stefano los miraba serio esperando una respuesta ante aquella falta de respeto ante una mujer, no era de un hombre respetuoso mirar a escondidas a una mujer bañándose.

—¿Acaso no es obvio? —pregunto Carlos frustrado por la interrupción.

—Es una falta de respeto.

—Es una falta de respeto no admirar semejante belleza —respondió.

Edel se mantuvo en silencio mientras sus dos amigos peleaban sobre lo que era correcto y lo que no. Quería darse la vuelta y poder mirarla por más tiempo pero su orgullo no se lo permitió así que empujó a sus dos amigos y los arrastró lejos de las mujeres antes de que se dieran cuenta. Estaba furioso, su rostro rojo y la mueca de desagrado lo confirmaban, estaba furioso con ella y con él mismo.

Stefano se detuvo y lo enfrentó, aquello también lo hacía enojar a él. No podía creer que sus amigos estuvieran espiando a una mujer mientras se bañaba, pero no todos eran como el italiano, él era el tipo educado y respetuoso algo que ninguno de sus amigos podían ser.

El alemán por alguna extraña razón se sentía extraño, como si al verla hubiera sentido algo más que atracción, ni siquiera la conocía pero algo dentro de él era diferente aunque trataba de ignorar aquel sentimiento, tal vez solo era el sentimiento de alerta para que se mantuviera alejado de ella.

—Me lo esperaba de Carlos pero de ti no —dijo Stefano llegando al lado de él.

Edel guardo silencio sin querer responder, le molestaba la forma tan respetuosa del Italiano. Él no estaba para soportar sus regaños de lo que era correcto y lo que no, era un asesino sádico que no podía controlarse, él no era bueno y tampoco le interesaba hacer lo correcto.

—¿No piensas responderme?

—No.

El alemán se sentó en un gran piedra y se recargo en el árbol que estaba detrás mientras observaba la otra parte de Danger, pensando en cómo Isabella había podido descubrir la otra entrada, era un secreto que solo Danger sabía.

—Haremos que nos lleve a la entrada.

—¿Para qué?

—Quiero saber si es verdad.

—Es cierto, la otra entrada es la principal y solo el gobierno la hubiera traído, solo ellos entran por esa entrada.

—¿Y cómo sabemos que el gobierno no está involucrado?

—Ya envío a Amelia.

—Amelia solo es una débil presa, en cambio Isabella es peligrosa y ya nos lo ha demostrado.

—Por fin lo admites —suspiro.

—Cierra la boca —dijo Edel.

Stefano rodó los ojos y se sumergió en el agua dejando al alemán solo. Él se quedó mirando hacia la nada pensando en Isabella, había algo que le decía que tenía que estar alerta, no podía confiarse de alguien que había llegado de la nada sin decir ni una palabra sobre lo que estaba haciendo en Danger.

—Y entonces, ¿Quién se quedará con ella? —pregunto el mexicano saliendo del agua.

Zorán que estaba aun lado frunció el seño al no entender de lo que estaba hablando. Stefano saco la cabeza del agua y tallo su cara para poder abrir los ojos y mirar al mexicano con cierta curiosidad por aquella pregunta.

—¿De qué hablas?

—De Isabella —dijo con obviedad.

—¡Joder! Déjala en paz —dijo Stefano —. No es un objeto para estar decidiendo quien se quedará con ella.

Danger Where stories live. Discover now