23 | Que comience la cacería

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Estaba oscureciendo y todos los grupos se empezaron a reunir junto con su líder quien tenía las manos apoyadas en una mesa de madera, dos hombres estaban a su lado como siempre protegiéndolo. Dmitry miro al cielo y comenzó a murmurar algo que nadie más que él entendía, al final se persigno y miró a los grupos, él no los veía como unos asesinos, los veía como su familia y los cuales protegería a como sea, incluso sacrificaría su vida por ellos si fuera necesario.

—Antes de que la cacería comience quisiera advertirles que está es una cacería solamente de animales. No quiero que alguien termine herido o muerto —les dejo en claro con voz severa —Irán a cazar en grupos y dirigidos por sus líderes los cuales ya saben a que camino ir, sus armas se les entregarán en la cabaña. En cuanto de el primer disparo podrán comenzar la cacería y en cuanto escuchen el sonido de la alarma se dará por terminado la cacería y podremos dar comienzo la pequeña fiesta.

Algunos aplaudieron y otros gritaron emocionados. Isabella y Edel se encargaron de entregarles las armas a cada grupo. Cuando fue el turno del grupo sádico, Aria fue la primera, estaba emocionada y aplaudía al ver su arma favorita, parecía una niña pequeña apunto de recibir sus juguete nuevo. La pelinegra noto unas vendas en sus muñecas cuando las mangas de su gabardina se levantaron un poco, Zorán le susurro algo al oído y está dejo de aplaudir para recibir el arma y se marchó como si nada hubiera pasado.

Cuando ya todos sus armas y los grupos estaban unidos a como iba a comenzar. Dmitry alzó una pistola señalando al cielo y cerró los ojos apretando el gatillo dando la señal de que la cacería había comenzado.

Edel comenzó a caminar y su grupo lo siguió, ya habían pasado el rio y ahora caminaban por un estrecho camino en medio del bosque. Carlos llevaba una linterna para iluminar el camino, le emocionaba la cacería, sin embargo, no le agradaba estar en la noche, no le gustaba la oscuridad, por algo llevaba la linterna.

—Nos separaremos por estás veredas y cuando ya hayamos cazado lo suficiente nos encontramos aquí —Dijo Edel mirando a cada uno — Isabella se va con Carlos y Amelia con Zorán.

—Esta bien —respondieron.

Cada quien se fue por una vereda. Amelia jugueteo con las manos siguiendo al ruso quien parecía molesto por tener que llevar a la rubia la cual parecía querer desaparecer, se sentía diminuta al lado de aquel hombre tan grande y tenebroso.

—¿Tengo que cazar? —le pregunto.

—No hables —gruño.

—¿Por qué?

—Tu voz es tan chillona que me provoca dolor de cabeza —se quejo.

—Lo siento.

Zorán bufo y negó con la cabeza odiando su personalidad, no podía creer que hubiera una persona tan insoportablemente inocente. Tal vez Edel tenía razón y la rubia si estaba fingiendo, esperaba que si y que no fuera así de insoportable, tenía una voz tan dulce que le daba náuseas y esa personalidad inocente que solo le causaba querer encajarle el cuchillo en el pecho.

—Dime Amelia —murmuro con una voz siniestra — ¿Cómo sobreviviste tanto tiempo en la calle si eres la persona más estúpida que he conocido?

—En primera no soy estúpida —afirmó —Y respondiendo a tu pregunta he hecho cosas las cuales no estoy orgullosa.

—¿Has matado a alguien? —ni siquiera la miraba, solo iba mirando a todos lados buscando algún animal.

—Si —respondió cerrando los ojos como si aquello le causará cierta culpa — Me arrepiento de hacerlo, sin embargo, era la única solución para sobrevivir porque sino él me iba a matar a mi.

Danger Where stories live. Discover now