...Capítulo 58: Más que mil palabras...

405 33 32
                                    

PoV ~ROSELLE~

....Meses después....

El tiempo transcurre de maneras extrañas que no llegamos a comprender del todo. Puede ser tan rápido o inmensamente lento, depende de la perspectiva en la que lo veas, pero a fin de cuentas, al ser consciente de ello, nos percatamos de los cambios a nuestro alrededor y de nosotros mismos.

Esa mañana salimos desde muy temprano ya que nuestro día entero estaba destinado unicamente a Rodorio.
Algunos aprendices ya habían partido de nuevo con sus maestros a sus respectivos lugares de entrenamiento lejos del Santuario y en mi caso, no tardaría en hacer lo mismo.

En una semana regresaría a Siberia, y a comparación de la vez anterior, me sentía totalmente emocionada y ansiosa por volver a aquella gélida tierra que me otorgó nuevos significados de la vida. Además, la idea de estar de nuevo sola con mi maestro me llenaba de entusiasmo; después de todo, sentía en mi corazón un profundo cambio en nuestro trato, haciendose más cercano con cada día que pasaba y la verdad, no había nada más maravilloso que tenerlo unicamente para mi.

Por supuesto que las despedias siguen siendo dificiles, más teniendo el antecedente de la última vez que me fuí. James seguía rejego a la idea, me recordaba día tras día el peligro al que estaba expuesta, mencionando mi enfermedad siempre que podía, sin embargo, actuaba de forma más serena, sabiendo que de todas formas iba a tener que irme.

En cuanto a Aaron, aceptaba mi partida reconociendo lo resistente y fuerte que me había vuelto, pero tambíen estaba temeroso de que algo fuera a pasarme. Tuve que jurarles a ambos por lo más sagrado que existe que volvería sana y salva, además de enviarles cartas cada semana y llamarles siempre que fuera posible, pero no nos adelantemos tanto a algo que todavía no sucede, el punto es disfrutar el ahora.

El otoño había comenzado hacía poco, las hojas de los arboles caían en danzas suaves dejando por las calles una alfombra de colores cálidos. El viento era cada día más constante, a pesar de que el calor seguía igual de abundante como cualquier día de verano.

En esa ocación sólo ibamos 9 de los 12 aprendices, ya que Hebert, Lara y Abayomi eran quienes habían partido semanas atras. Obviamente, nuestros maestros nos acompañaban, sólo que por alguna extraña razón, preferían quedarse unos pasos atrás de nosotros.

Aaron, James y yo empezamos nuestro viaje juntos, como de costumbre, pero no tardó en que por diversas razones, nos separaramos. Aaron se encontró con aquella chica peliroja con la que se había visto desde hacía tiempo; según él, aún no eran "algo" propiamente dicho, pero es obvio que existe un interés mutuo. Mi amigo se pone nervioso, sonríe delicadamente y se ruboriza cada vez que está cerca de ella, actua como yo lo hago al estar con Camus... y eso me hace saber que está irrebocablemente enamorado, o por lo menos flechado profundamente.

James trató de persuadirme una vez más para que me quedara en el santuario, pero mi respuesta era la misma que las veces anteriores, y sólo dejó el tema por la paz cuando se percató de la presencia de una de sus "amigas" de la ciudad a la cual claramente no conocía, pero sabía de sobra las andadas del pelirrojo como para imaginarme lo que pasaba. James se separó de mi lado prometiendome que regresaba en unos momentos, pero la verdad creo que sus asuntos iban a demorar más de unos momentos; además, quería hacer mucho más que sólo tener a James pegado a mi y prefería estar acompañada de otras personas, como mi maestro, por ejemplo.

Lamentablemente, en ese instante no fue posible. Me encontré con Euphi, Sam y Azuna, quienes se encargaron de hacernos compañía a Pantoja y a mi. Parecía que llevaba siglos de no verlas, a pesar de que sólo habían pasado una cuantas semanas desde mi última visita a Rodorio.

Corazón De Hielo, Voluntad De Hierro 《Camus De Acuario》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora