Capítulo final: Memoria.

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En medio del crudo e impasible desierto nos encontrábamos frente a frente. Intentaría dialogar, por lo que tuve que acercarme más de lo que debía. Tonto de mí.

—Ecallawlednemniwrad, hijo mío, este sinsentido puede terminarse con palabras. Por ahora, solo quiero hablar—Me sinceré ante él.

—Una decisión sabía. Pero para negociar se necesita que las dos partes tengan algo para ofrecer—Él estaba demasiado seguro cómo para no tener nada planeado, y eso me preocupaba. Pero elegí no mostrar la preocupación.

—No es un negocio, es una tregua. Acéptala, deja a la humanidad vivir hasta que deje de ser útil a la misión. Son solo un par de siglos.

—En un par de siglos se puede perder más que en un millón de años, progenitor. La humanidad debe ser amansada cuanto antes.

—¿Amansada?—Estaba confundido ¿por qué amansar cuando puedes exterminar?

—Debo darle tiempo a los animales domésticos para reinsertarse en la naturaleza, no quiero que inocentes compartan el destino de los culpables. Tal vez mil años de esclavitud humana antes de exterminarlos.

—Tienes la inteligencia de un Morfius y la moral de un idiota. Esclavizar una especie durante tanto tiempo es algo que no se puede esconder. ¡Estas arriesgando un universo por tus ideales estúpidos!—Mis impulsos me dictaban golpearlo, pero no debía ceder a ellos. El conflicto era la peor de las salidas.

—Soy un Morfius, cualquier que intente atacarme se enfrentará con esos ideales, pero multiplicados por millones. Ofréceme algo más, algo que valga la pena.

—Si no aceptas, empezaré a matar animales alrededor—Intenté una amenaza. Ecallawlednemniwrad estalló en una tenebrosa carcajada.

—¡No hay nada digno que matar en el Sahara, Sherlock! Solo animales pequeños que no podrías extinguir cazándolos de a uno ni en diez mil años. Por eso me radiqué aquí. No puedes extorsionarme. Conozco mis puntos débiles, y asimismo conozco los tuyos—Abrió su mano y comenzó a enumerar— eres obstinado, crees saber más que yo y… oh, eres predecible.

—Veo que no podemos negociar, hijo mío. Es una lástima— Comencé a endurecer mi piel.

—No me llames hijo. Llámame…obra maestra.

Esperé pacientemente la acometida de aquella mole de exoesqueleto blanco. No tardó en ocurrir. Lo evadí saltando sobre su cabeza y clavando el espolón derecho en su espalda. Se sacudió, lo que me hizo perder el equilibrio y tener que lanzarme al suelo rodando, todo para no quedar en desventaja. Fui mutando los dientes de mi boca, afilándolos.

Lanzó su lengua, que era igual que la que tenía cuando era un perro feo y lampiño. La enrosque con uno de los espolones y  con mis piezas dentales se la cercené. Ecallawlednemniwrad dio un alarido de dolor luego de retraer los restos de su órgano bucal. Ingerí el trozo de lengua, cualquier energía extra era apreciada.

Lancé un arco eléctrico a la cara de mi rival que aún estaba escupiendo sangre. No surgió efecto, cosa que esperaba, pero debía comprobar de todas maneras.Mi primogénito embistió contra mí con sus garras extendidas y su boca abierta, lo que me dio la oportunidad de hacerle tragar una buena dosis de ácido.

El dolor  que la sustancia le causaba escapaba en forma de chillidos y silbidos de muchos decibeles. Se despatarró y comenzó a retorcerse cual exorcizado, enterrando sus patas en esa arena candente. Me acerqué  Y aproveché el momento para clavarle ambos espolones en la cabeza. Es bastante dura, pero me di cuenta de un error fatal demasiado tarde: no parecía haber cerebro en ese cráneo. Estaba fingiendo la agonía.

Me tomó de la cintura con su mano derecha y me lanzó hacia sus aguijones. Logró clavarme uno en la espalda y luego me dejó caer sobre el polvoriento suelo.

Intenté desarrollar alas, el combate aéreo me favorecería. No pude. El cambio no ocurría por más que yo me concentraba y lo deseaba. Simplemente, las alas no surgían.

Estoy aterrorizado, y Ecallawlednemniwrad se dio cuenta de eso.

—Un inhibidor de mutación, Onodased. Anula  la enzima responsable de transmitir y efectivizar las mutaciones corporales, más no la que controla los cambios en la memoria genética. Puedes escribir tu testamento en paz—Me explicó el sádico bastardo. Mi expresión todavía le hace gracia.

Traté de escapar, pero fue en vano: su lengua ya regenerada frustró mi intento, asiéndome por el cuello. Mi fin está cerca, muy cerca. Mientras escribo esto, me lleva lentamente frente a su boca. Perdí, estoy muerto. Pero él también lo estará. Hace unos segundos inicié un cambio en el arca que se oculta en mi cabeza(Que debido a sus diversas capas de filtro y protección aún puede realizar cambios), lo que me hace comprender las últimas palabras de Damnses. El maldito me advirtió que este sería el final.

La baba chorrea de sus fauces y yo sigo horrorizado. El fin me asusta ¿habrá algo después de la muerte para mí? Bueno, cuando lean esto, ya lo habré averiguado.

—Te imploro piedad, hijo mío ¡Si me perdonas, incluso te juro lealtad!— le suplico desesperado. Luchando por escapar de ese agarre mortal. Haciendo tiempo.

Me arranca una pierna, cortándola de a poco con sus garras. Yo estoy gritando de dolor. La arroja lejos  y niega mi petición con la cabeza.

Pero el cambio casi está completo. Mi último cambio está casi completo. Adiós planeta Tierra, eres un hermoso restaurante. Al menos no me extrañaras.

Lo siento Onir, confiabas en mí y debido a una insensatez te fallé.

Perdóname Traz, nunca fui un padre ejemplar. Te merecías algo mejor. Espero que prosperes componiendo sandeces.

Hasta nunca marchas por encontrar a Selena, me tenían podrido.Ojalá se extingan dentro de poco.

Ojos, querida ojos… te dejé en esa casa llena de ratas y cucarachas. Cómo lo lamento. Espero que alguien te rescate, y si no es así, eres lo único a lo que le pido verdadero perdón.

Me despido de vos, madre mía, amante entre las estrellas. Nunca nadaré en tus mares, nunca  dejare huella  en tus playas. Nunca treparé tus arboles ni escalaré tus montañas. Pero sigue brillando, sigue brillando por siempre, adorada Aigma. Mi muerte solo demuestra que fallarte tiene su merecido castigo.

Damnses, podrías ayudarme en estos momentos, loco hijo de puta. Pero aprecio los “spoilers” y el humor negro, al menos me ayudan a intentar sonreír en mis últimos instantes.

Rad, tu regalo fue el mejor que nadie jamás me entregó, te estoy agradecido, sumamente agradecido.

Velris… no festejes demasiado en mi funeral, si es que lo hay. Por favor.

Y a ti, Ecallawlednemniwrad, mal hijo, espero y deseo con todo mi ser que la fusión nuclear  te lleve conmigo.

Esta es mi historia, humanos, y si sobrevivo (cosa que dudo) diré que todo es mentira. Pero ojalá algún Morfius la decodifique y la cuente. Y luego niegue los hechos y diga que es todo una ficción. Porque me gustaría, no, me encantaría que mi legado sea algo más que un bonito y decorativo cráter en el Sahara.

Mi cabeza ya está dentro de la boca de mi hijo, y al parecer, piensa tragarme lentamente, para disfrutar del momento. El pobre diablo no sospecha nada. ¡Me voy acompañado, señoras y señores! Aunque mi compañero podría ser menos detestable, pero, en el final, quejarse está de más.

Y entre gritos de terror y lágrimas de cocodrilo, doy mi último cambio… y fuera. No, no me iba a morir sin un chiste malo. No estoy tan loco ni tan asustado.

Los ojos del cambio (Los nacidos de Aigma #1)Where stories live. Discover now