Capítulo 30: graduación.

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La mañana siguiente  llegó y yo no estaba en casa.  Me había puesto mis mejores ropas, no quería ser regañado. Selena  me encontraría en la puerta de su universidad, donde se graduaría momentos luego de regañarme por alguna razón X.

Tres segundos pasada la hora pactada ella salía de  un  auto. Estaba decorada con un vestido largo, color azul con bordado blanco, y, como siempre, un escote discreto. Por lo visto se había planchado el cabello, y su apariencia suscitaba un sentimiento de ansiedad en mi estomago. Se veía sumamente apetecible, una presa divertida de cazar.

Me saludó e intentó besarme en la mejilla, pero yo la aparté inmediatamente.

—No quieres llegar a la graduación sin dientes. Créeme Selena.
—Mis padres están en el auto, no hagas el ridículo.
—Guarda la boca para comer, y para hablar. En mi caso es factible que la use  para atacar, tengo buena técnica mordiendo gente. Pero no creo que tú la tengas, por lo tanto, resérvate tu cavidad bucal para el uso personal— Le recomendé  mientras la señalaba con el dedo.
—No sé ni por qué te tengo de novio.
—Porque soy tan irreal que parezco imposible — Respondí. Sabía que me diría algo así, por lo que ya tenia la respuesta preprogramada en mi mente.
—En fin, ellos ya bajarán del auto, se quedaron discutiendo. Apuremos a entrar —En ese momento noté que se veía más alta de lo normal.

Observé sus pies, y pude ver que llevaba tacones. Caminaba como una gacela bebé herida, y esa era la explicación. Un insecto palo hubiera envidiado esos zancos.

Entramos por la gran puerta, cuyas escaleras eran cortas y anchas. Yo miraba a los estudiantes buscando al más débil, o alguno enfermo. Tenía esa manía, ese pequeño guiño a mi naturaleza que siempre afloraba al ver un grupo de seres. Para un Morfius, permanecer tanto tiempo sin cazar es antinatural, incluso podía haberme vuelto loco de no ser por mi juego macabro con Selena. Eso era ella, una cacería larga y estudiada. El olor me causaba hambre, también asco, pero sabía que a pesar del desagradable aroma, el sabor era delicioso.

Selena tenia que ir a prepararse, así que me dio instrucciones claras: Me quería a cierta hora en el salón central, sentado, y sin que causara un escándalo.

Me dirigí a la biblioteca a ver si podía leer algo, y un hombre joven estaba en el lugar. Era una biblioteca grande, muy grande.
—Quisiera tomar un libro para leer aquí. Por favor—Le pedí al hombre mientras tamborileaba con los dedos sobre la mesa.
—Mostrame tu carnet de estudiante y podes retirarlo.
—No tengo, vengo a la graduación de mi pareja—Le aclaré  mientras palpaba mi chaqueta, algo no andaba bien.
—Esta biblioteca es solo para estudiantes, no puedo ayudarte. Pero si quieres podemos charlar un rato.
—Hablemos sobre el hecho de que hay otra persona aparte de nosotros en esta biblioteca— Le dije mientras señalaba a un muchacho que estaba leyendo “el arte de la guerra” de Sun Tzu en una esquina—. ¿Acaso ese chico te parece normal?

—Nunca lo vi tan extraño. Pero la gente cambia, se deprime…— se acomodó  una manga y prosiguió— Y eso es lo que nos hace humanos: Cambiar. ¿No te parece?

 Comencé a reir y noté cómo el muchacho de la esquina me miró fugazmente. Acto inmediato nombré  a Damnses como un personaje de ficción, diciendo que un amigo me había recomendado una saga que protagonizaba, y pedí la opinión del bibliotecario. Él me dijo que “no sabía un carajo”. El muchacho de la esquina ni se inmutó. Era extraño, algo me decía que podía estar infectado por el Culto.

Salí de la biblioteca luego de charlar sobre banalidades por un rato. Seguía preocupado por la posible presencia del Culto en el lugar: Entre tantos locos, pasarían desapercibidos. Tenía el cuchillo preparado, como siempre. Más vale prevenir que escuchar sus diálogos insufribles.

Los ojos del cambio (Los nacidos de Aigma #1)Where stories live. Discover now