Cap. III

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Habían pasado 3 aburridos días, y Yushiro era un completo desagradecido. Al menos con la Kamado. Nunca le daba las gracias cuando le llevaba la medicina, le servía la comida o le daba algo que necesitara. Ella sabía que no era una persona agradable desde que la regañó por sólo ver uno de sus cuadros y tocar un tonto pincel. ¿A qué se debía su poca paciencia o su forma de actuar tan frenética?

—¿Puedes ayudarme con eso? Por favor, Nezuko.

—No, no puedo, Aoi, lo siento.

Era una petición imposible. Ella no podría quedarse con ese hombre exagerado y gruñón. No quería y tampoco estaba dispuesta a ayudar a Kanzaki con eso.

—Si quieres yo puedo ver a Kanao y...

—Me necesitan en la finca —Aoi se sienta sobre la cama—. Yo me quedaría aquí porque sé que no te gusta. Pero volveré cuanto antes.

La pelinegra era sincera, no mentía sobre sus obligaciones. Desde que Shinobu no está ella se encuentra a cargo de la finca y los pacientes. No le quedaban más opciones que contar con Nezuko.

Aoi la miró a los ojos y la Kamado soltó un suspiro.

—Está bien. ¡Pero no tardes tanto! Sabes que no le gusta que yo esté aquí —se cruzó de brazos.

—Tendrá que acostumbrarse, porque a ti tampoco te gusta cuidar de él.

Nezuko sonrió junto a Aoi, la abrazó y se despidió de ella. Era un poco tarde, pero el sol seguía en un punto perfecto para irse. Cuando la mayor se fue, Nezuko se sentó sobre el sofá. Leyó las indicaciones de los medicamentos y horas de comida del chico. Aoi tomaba seriamente el cuidado de un paciente que hasta le había dejado una hoja con un horario del día a día y cuándo darle su porción de sangre para recuperarse.

—¿Es tan necesario todo esto? —rodó los ojos fastidiada, dejando la hoja en la mesa.

Más tarde, casi al anochecer, la Kamado despertó. Se había quedado dormida en el sofá y no se dio cuenta. El libro que tomó del estante era demasiado aburrido. Miró a sus alrededores que yacían oscuros, pero el cuarto junto a la cocina aún tenía un foco encendido y la puerta entrecerrada. Moría de curiosidad. Ella había apagado el foco en la tarde. Se levantó y caminó lentamente con temor, sabía que era Yushiro, pero qué más podía hacer ese tipo si no es reposar como lo dijo Aoi.

El lienzo no tenía nada, él estaba sentado frente a el y los pinceles estaban en un vaso con agua grisácea. No era su costumbre mirar en cuartos ajenos, pero estaban solos y le asustaba un poco esa idea. El parecía aburrido, decaído, algo parecido a todo lo anterior. Pegó su frente en el cuadro y después de un momento se levantó del banco. Ella no sabía a dónde ir y optó por caminar devuelta al sofá, acto que Yushiro escuchó.

—¿Espiar también es parte de tu trabajo? —la miró molesto.

Dicho eso se retiró a su habitación, dejando a Nezuko con mal humor. ¿Por qué tenía que ser así?

—Tiene que tomarla —dejó una píldora sobre la mesa

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—Tiene que tomarla —dejó una píldora sobre la mesa.

—¿Y esto?

—Son vitaminas que hizo Aoi para usted.

La Kamado intentaba comportarse indiferente al igual que él. No le gustaba que la tratara de esa forma y quería hacer lo mismo. Tenía pensado que de esa manera él dejaría de molestarse por todo.

—¿Por qué decidiste venir aquí si no te gusta?

—Aoi me pidió ayuda, y por ella accedí.

Yushiro soltó un ligero bufido. Nezuko lo miró y él observaba su plato sin expresión. Ella tenía un carácter fuerte y contradictorio. 

—¿Entonces no estás aquí para ayudarme?

—Ah, bueno, sí, pero...

—¿Qué pasa? ¿No te agrado?

—No. Realmente no —mencionó con firmeza.

Yushiro sonrió levemente sorprendido.

—Bueno. Dime ¿Cómo está tu hermano?

—¿Mi hermano? —ladeó el rostro—. Bien. Muy bien.

—¿Y tú?

—¿Yo?... Yo estoy bien.

—¿No me recuerdas, cierto? —levantó la mirada, recargando su menton sobre su mano—. Ayudé a la elaboración de tu cura y otras cosas. Deberías ser más respetuosa.

—Me han hablado mucho sobre usted, pero no lo imaginé así.

Él frunció por unos segundos el ceño y llevó a su boca un poco de arroz.

—Es irónico que me ayudes después de todo —le dijo él.

—Usted también me ayudó en algún momento. Pero no lo hago por eso, solo es mi trabajo.

—Hum, ¿después de todo lo que pasó recuerdas algo?

—Algunos momentos. No todo.

Ambos estaban consiguiendo una conversación normal después de tres días. Yushiro realmente quería hablar de algunas cosas, no precisamente con ella, pero es la única persona que está con él.

—Y bueno, ya que hablamos del pasado... ¿Usted en qué ayudó contra Muzan?

El médico la miró sorprendido, casi ofendido por ella. Negó con la cabeza y frunció las cejas. Esto no funcionaría.

—Me doy cuenta que sí te han hablado de mí.

—¡L-lo siento! Bueno, olvidé algunas cosas y...

Yushiro tomó la píldora, el vaso de agua y procedió a levantarse e irse sin decir nada o dejar hablar a Nezuko. La pelinegra con un desorden en sus pensamientos se limitó a observar el cancel donde anteriormente el joven había salido. A veces le parecía misterioso, le asustaba un poco la forma en la que se comportaba. ¿Dijo algo malo? No tenía nada de malo olvidar ¿O sí?













 ¿Dijo algo malo? No tenía nada de malo olvidar ¿O sí?

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Pinta En Mis Labios [Yushiro X Nezuko] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora