Pinta En Mis Labios [Yushiro X Nezuko] ©

Cap. XIV

La suavidad con la que ella musitó aquellas palabras le estremeció la espalda. ¿Cómo le pedía algo así? No podía ser más directa.

La miró con los ojos radiantes por aquel sentimiento, y ella no apartaba la vista, lo rosado de sus orbes lo atraían como abeja a la miel, y esa bonita silueta de sus labios lo carcomía. No sabía qué decir, o qué hacer, jamás había besado a alguien.

—N-no lo sé...

Nezuko frunció levemente el ceño, aparentemente desanimada. Bajó la mirada levemente poco y luego le dedicó una sonrisa.

—No era tan en serio. Tranquilo.

—¿No?... ¿Era una broma? —hace un gesto descontento.

—No era una broma, pero imaginé que no aceptaría —dice tímidamente.

—¿Lo habías pensado...?

—Un poco.

Yushiro aún sostenía su mano, no iba a soltarla, es tan cálida y suave que se preguntaba en lo interno de sus pensamientos cómo debían ser otras partes de ella, como; su hermoso cuello, sus brazos, o esa esbelta cintura. Era demasiado pensar en algo así, pero es tan hermosa que sigue sin creer que ella pudo fijarse en alguien como él.

—Sí quiero besarte, Nezuko...

Sus mejillas empezaron a arder, así como el rostro de su compañero, se miraban con tanta vergüenza que no dijeron nada. Yushiro en aquel momento se fue inclinando a ella de poco en poco, hasta topar con una de las paredes. Con su mano libre, tomó la otra mano de su enamorada, y bajó la vista.

—Hagamos de este momento algo especial...

—¡¿D-de verdad?!

—A menos que no quieras.

—Sí quiero...

Y así, sutilmente el joven demonio se fue posicionando a su altura, cerrando los ojos, Nezuko no reaccionó en el momento y los cerró con fuerza al percibir la respiración del contrario. El primer tacto fue tibio, blando, una sensación que jamás habían experimentado. Lo tenso de los hombros de la mujer se deshizo al momento que Yushiro capturó más su boca. Era agradable la forma en la que sucedía todo, pero no duró mucho. Yushiro se separó de ella lentamente.

Aquella nueva experiencia lo dominó por completo, hizo latir su corazón tanto que podía sentir las palpitaciones frenéticas en su pecho y lo despejó de todos aquellos pensamientos que llegó a tener antes de ese acto.

—¿Todo bien? —le pregunta ella con la voz suave.

—Ah... —asiente.

Nezuko levantó la mirada y se encontró con los bellos ojos lavanda del médico. Se veía diferente con las pupilas dilatas y brillantes.

—¿Seguimos preparando el desayuno...? —cuestiona ella.

—Claro —le dedica una tenue sonrisa.

Yushiro le soltó las manos y de inmediato los brazos de ella lo rodearon, abrazándolo tan fuerte como pudo. Yushiro sorprendido tardó en corresponder, pero igualmente la abrazó, llevando su rostro entre su cuello. El olor que emanaba la melena de su enamorada era tan dulce como ella, y su calor tan reconfortante que podría dormirse en cualquier momento.

—¿Siempre has sido así? —le pregunta él.

—¿Así? ¿Cómo?

—Me gusta... Me gusta tu calidez, y tu olor.

Nezuko sonrió ampliamente y cerró los ojos al mismo tiempo que lo abrazaba con más fuerza.

Aquel día lo pasaron tranquilos, haciendo sus deberes diarios, pero en él había algo nuevo; sonreía más, y se veía más animado. Hasta de noche parecía que no se le acababa esa faceta.

—Nezuko...

La Kamado estaba a punto de entrar a su habitación, cuando Yushiro la llamó subiendo las escaleras.

—Dime.

—¿Quieres ir a cenar?... Me gustaría ir contigo a algún lado que quieras.

—¿A-ahora?

—Bueno, si no puedes lo podríamos hacer mañana.

—¡No! Ahora me arreglo.

La sonrisa en su rostro se amplió tanto que Yushiro igual sonrió de verla. La Kamado entró rápidamente a su habitación y él se dio media vuelta para ir a la suya.

Era la primera vez que invitaba a alguna chica a cenar de forma romántica. Era extrañamente satisfactorio ser aceptado en un momento.