Cap. XIII

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Era demasiado temprano, Yushiro no durmió lo que restaba de la noche. Seguía analizando su situación con Nezuko. ¿Qué clase de relación tenían? Ni siquiera eran amigos, ¿cómo la vería a la cara después de todo?

—Me gusta mucho... —dijo al aire convalidando—. ¡Ahg!

Chachamaru se subió a sus piernas y acomodó sobre estas, Yushiro procedió a acariciar su pelaje una y otra vez. Le resultaba relajante el ronroneo del felino.

—Es muy complicado sacarla de mi mente —dijo tomando a Chachamaru entre sus manos para elevarlo al mismo tiempo que se levanta; con una sonrisa en sus labios juntó su nariz a la del animal—. Iré a darme un baño. Esperemos Nezuko no despierte antes, le dije que haría el desayuno.

Dicho aquello soltó al gato sobre la cama y fue en busca de una toalla. Cuando entro al baño de su habitación, giró la manija de la regadera, se despojó de su ropa y tocó el agua con su mano, estaba tibia, bastante cálida para su gusto. Levantó la mirada mientras el agua caía sobre sus cabellos y recorría sus hombros, hace más de 4 años que no sentía tanta tranquilidad consigo mismo.

Bajó sus manos por su cuello, dando un leve masaje en esa zona mientras los pensamientos le llenaban la cabeza, uno que otro efímero, pero en especial esa escena de Nezuko con su bata tan delgada y al mismo tiempo tan corta, agachándose a un lado de la cama intentando quitar las sábanas.

Abrió los ojos de golpe, bajando el rostro y llevando las manos a sus ojos por el agua que le entró. ¿Cómo pudo recordar aquello en este momento? Se sentía mal por haberlo hecho, pero mientras más se arrepentía más lo imaginaba.

Vaya mujer intrusa.

—Chachamaru, ven —le llamó el doctor bajando las escaleras

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—Chachamaru, ven —le llamó el doctor bajando las escaleras.

Cuando bajó a la cocina, se llevó la sorpresa de ver a aquella mujer de sus perversos pensamientos.

—Nezuko...

La Kamado volteó a él rápidamente, dejando un pocillo sobre la barra.

—No creí que despertarlas tan temprano. Apenas son las siete y dormiste muy tarde...

—Buen día, Yushiro. Yo tampoco creí despertar a esta hora. Pero mi estómago lo pedía —le sonríe.

—Oh, buen día... —le dice apenado—. Yo iba a prepararte el desayuno.

¿Cómo se le podía olvidar darle los buenos días?

—No te preocupes, yo puedo hacerlo —menciona mientras toma el cuchillo del estante.

Yushiro se acercó a la azabache, y posó su mano sobre la de ella antes de sacar el utensilio de su estante. El matiz de sus mejillas incrementó y al mismo tiempo miró al chico a su lado. No era un acto intencional, no pensó en lo que hacía, aunque el maravilloso resultado de verla tan cerca es gratificante.

—Deja que lo haga yo —dice él.

Yushiro retiró su mano y enseguida ella hizo lo mismo. El joven se acercó a lavar sus manos y la Kamado tuvo la inocente idea de mirarlo recargada sobre la barra donde preparaban los alimentos. El joven se hizo el ciego, aún cuando el delirio de verla incrementaba.

—Haré un poco de té, ¿quieres?

—Sí.

La Kamado se acercó al lado derecho de él en busca de las hojas de limón. Le daba completamente la espalda, y sus cabellos se iban al frente de sus hombros, dejando al descubierto parte de su espalda alta.

—No encuentro más hojas... ¿Tal vez aquí?

La mujer se echó atrás totalmente descuidada, chocando contra el médico, Yushiro soltó un quejido al instante y no por el Impacto del choque, sino por el corte que se hizo en el dedo índice.

—¡Lo siento!

—No pasa nada —ríe levemente.

—¡Déjame ver!

La Kamado le tomó la mano apresurada, busco a sus lados algo para limpiar la sangre pero no hallaba algo.

—¡Lava tu mano, eso ayudará!

—Nezuko, tranquila...

—Oh, parece que es bastante profundo...

Al instante que la sangre se limpió con el agua, la Kamado se percató de la inexistencia de aquella "gran" herida.

—Te dije que no pasa nada.

Nezuko, sorprendida por lo que presenció, le parecía asombrosa la forma de recuperación de un demonio. A pesar de que fue uno, no mantiene los recuerdos de esos momentos en batalla que le implicaba regenerarse.

—Es sorprendente.

—¿Lo es?

—Claro que sí. No recordaba que podía regenerarse —le dice con una pizca de vergüenza.

—Está bien.

La mujer seguía tomando su mano, y Yushiro lo sabía.

—Nezuko...

—Dime.

La bella mujer levantó la vista, dejando ver nuevamente esos radiantes ojos llenos de curiosidad que inhabilita sus palabras. Nunca había experimentado un lazo romántico con alguien, y le es difícil conllevarlo. ¿Estaría bien si entrelaza su mano con ella? ¿Si se acerca con afán de robarle un beso en esos rosados labios?

Cansado de vivir en la monotonía, buscó entrelazar sus dedos a los de ella, tomando con fuerza su mano. Ella bajó un poco la mirada al parecer sorprendida, acto que a Yushiro le pareció lindo.

—No bajes la mirada... Mejor mírame.

El amor es un abismo lleno luz y sombra, cauteloso y al mismo tiempo errático, tan profundo que desvive o bien, te revive.

Con suavidad el joven llevó su mano libre a las dulces mejillas de su acompañante, Nezuko levantó el rostro por el tacto, mirando fijamente los ojos lavanda del chico. Aquellos ojos escalofriantes que son una prisión de misterio, un lugar recóndito donde quiere entrar.

La Kamado redujo la distancia entre ambos, apretando un poco la mano del muchacho, Yushiro captó el movimiento y aún con las emociones al límite se quedó en su lugar.

—¿Me regalarías un beso? Solo uno...


—¿Me regalarías un beso? Solo uno

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Pinta En Mis Labios [Yushiro X Nezuko] ©Where stories live. Discover now