Cap. XII

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Seguía con el rostro de Nezuko entre sus manos, aún mirando sus radiantes ojos esperando una respuesta. Nezuko junto el ceño por tristeza y sus lágrimas nuevamente salieron, llevó sus manos a las de él y las apartó para acercarse y abrazarlo.

—¿Por qué tienes que comportarte así? ¡No hagas cosas imprudentes como yo!

—¿De qué hablas? —le dice abrazándola desde la cadera—. No solo tus ojos son hermosos...

—Deja de decir esas cosas...

Subió una mano a los cabellos de ella y acarició venturoso por la suavidad. No se estaba dando cuenta de lo que hacía, solamente seguía sus instintos para controlar la situación y sentirse bien con ello y, orgullosamente lo estaba consiguiendo. La Kamado ya no lloraba, pero seguía aferrada a él.

Cada nueva reacción que tenía por los actos de esa humana le dejaban más en claro lo que sucedía... Lo que sentía.

—Nezuko, dime... Cuando te gusta alguien, ¿sientes paz? —le dice en voz baja y lenta.

No porque alguien tenga apariencia de sabelotodo tiene que ser un genio. Para llegar a eso se necesita estudiar los propios sentimientos y comprender la vida.

Se separó un poco de ella, tomándola por los hombros. Ambos se miraron con emociones diferentes; Yushiro sin duda feliz por esa confesión y Nezuko abatida.

—No estaba enamorado de Tamayo y tampoco lo estoy. ¿Eso quieres escuchar?

—No entiendo...

—He de admitir que me gustaba, pero más que eso la admiraba. Así como la tristeza, la olvidé...

—No es necesario mentir. Las palabras duelen más si las intenciones no son sinceras.

—Tú lo dijiste... Cuando estás enamorado no dudas. Y yo con Tamayo lo hacía miles, millones de veces... Pensaba me gusta, pero, ¿por qué? Solo es linda. Pero tú no solo eres hermosa. Tú me haces decir todo esto.

—¿Qué quieres decir...?

—Tal vez aún no estoy enamorado. Pero quiero hacerlo, y quiero que sea contigo.

Este lenguaje arrancado del exterior, que es el exterior mismo y hace caer la mirada con un estallido por debajo del ser, es la imagen de la realidad. Nezuko no podía contra eso cuando tenía sentimientos por él.

—Eres demasiado tonto.

—Lo sé —le susurra.

Yushiro la atrajo a sus brazos una vez más y Nezuko con fuerza se aferró.

Pasaron un par de minutos. Yushiro recargaba un poco su rostro contra la cabeza de Nezuko y ella apoyaba la frente sobre su pecho.

—¿Te quedarás conmigo?... Dime qué sí —murmuró a su oído.

—No lo sé... Aún hay mucho que aclarar.

—Dime, te responderé las dudas que necesites.

—Las pinturas de Tamayo... ¿Por qué sigues haciéndolo?

—En su momento fue la única que mostró aprecio por mí. Su compañía me hacía falta porque me había sentido muy solo todo este tiempo, así que la usé de pasatiempo, intentando no recordar que soy casi inmortal. Aunque debo mencionar que las pinturas son muy bellas. Pero no tiene otro significado aparte de esto.

—¿Estás muy seguro de eso?

—Completamente.

—¿Puedo confiar en ti?

—Hasta con los ojos vendados.

Nezuko sonrió con los labios y Yushiro se apagó más a ella. Todo estos años anhelaba un abrazo, uno con significado, uno de esos que te aceleran los sentidos y te llega al corazón.

Al paso de aproximadamente una hora, Yushiro platicaba con fluidez y Nezuko una que otra vez se tallaba los ojos. El demonio al percatarse se detuvo.

—¿Por qué no duermes? Mañana terminamos esta conversación.

—Sí, sería buena idea.

—¿Sabes qué más seria buena idea?

—Hum.

—Que te quedes conmigo.

El chico le dedicó una leve sonrisa divertida y Nezuko negó con la cabeza desviando la vista con una sonrisa idéntica a la de él.

La Kamado se levantó de la cama y empezó a recorrer las sábanas. Yushiro la observaba atento, no apartaban la mirada ni un segundo, le gustaba el como su cabello se movía de lado a lado al momento de hacer movimientos y la forma tan delicada en la que camina y se agacha, ¿Por qué ahora mismo se daba cuenta de esos detalles? Ya había pasado aproximadamente un mes y nunca la miró tanto como ahora.

—De verdad eres muy bella, Nezuko.

—No digas eso.

—¿Por qué no? Tú lo sabes perfectamente, y yo también.

La Kamado se ruborizó tanto que Yushiro se percató al instante. Le parecía graciosa y linda esa nueva faceta de ella.

—T-también eres lindo, muy lindo...

Él le sonrió amable y se levantó de la orilla de la cama donde yacía sentado. Se acercó un poco a ella y le extendió la mano. Aquella incrédula mujer la tomó y este jaló un poco para acercarla más. Le gusta el calor que transmite, verla, escuchar su voz que le recuerda que no está solo, oler el rico aroma que desprende. No asegura lo que siente, pero de momento sus 4 sentidos se encontraban a sus pies. 

—Descansa, y procura despertar tarde. Yo haré el desayuno. 

Dicho aquello se retiró. Había sido una noche caótica, llena de incertidumbre y preguntas constantes.

—Descansa, Yushiro...

Yushiro ya en su habitación se recargó detrás de la puerta

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Yushiro ya en su habitación se recargó detrás de la puerta. Le dolía el pecho, y estaba en un trance desasosegado por todo lo ocurrido. Le creía todo a aquella mujer; sus palabras eran más cristalinas que las propias lagrimas, más simples que su mirada a un punto ciego. Eso lo hacía pensar, ¿de verdad debería intentarlo? Sería un mentira decir que no, pero ni siquiera sabía cómo empezar. Le asustaba el mantra de alejarla, de no verla otra vez.








 Le asustaba el mantra de alejarla, de no verla otra vez

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Pinta En Mis Labios [Yushiro X Nezuko] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora