—¡Déjame entrar! —le grité a mi gato mientras éste maullaba ferozmente contra mí.
¡No sé por qué no quieres que entre a mi casa! ¡Es mi casa no la tuya! ¡Tú no decides quién entra y quién no! ¡Sólo eres una mascota! ¡Ya estoy harto de tus malos modales, tus arañazos y tus maullidos aterradores!
Tal parece que no recuerdas lo bien que te traté cuando vivía, y ahora que estoy muerto, ¡no me dejas en paz cada vez que quiero abrir la puerta!
YOU ARE READING
Historias para pensar en la obscuridad
HorrorMuchas de estas historias no son reales...pero algunas tal vez sí. Eso lo decidirás tú.