▪︎Capítulo 3▪︎

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Se encontraba sumergido en un profundo sueño, recordando en su mente aquellos cinco meses anteriores donde su querida Magna había perdido totalmente el control, al punto de sacrificar las vidas de quienes se interpusieran en su camino como si haberse convertido en una deidad le diera la potestad para hacerlo.

Primero ocurrió el Descenso, cuando ambos mundos se unieron en energía, colisionando hasta que cada alma se unió, y con ello hubo cambios tanto para bien como para mal.

Muchos humanos no fueron capaces de sobrevivir al cambio abrupto de energía, ni a dicha unificación de sus almas donde el conflicto de identidades y recuerdos arraigados les hicieron perder la cordura, y terminaron por quitarse la vida. Estamos hablando de cientos de miles de personas.

Tampoco ocurrió nacimiento alguno en esos meses, y cada ser destinado a conocer el nuevo mundo sufrió un trágico final en el cual no llegaron a ver la luz fuera del vientre de sus madres. Un cruel episodio donde no hubo más que caos, hasta que Magna intervino y aprisionó a los líderes, quitándoles sus dones para hacer uso de sus poderes en la normalización y reestructuración de Theya, el mundo unificado. A su vez, los líderes se encontraban haciendo una tarea que, según Magna, era la causante que todos olvidaran las tragedias anteriores y siguieran con sus vidas como si nada hubiese pasado, cambiando sus recuerdos y guiando sus pasos.

Viéndolo de la forma en que se viese, no era nada hermoso como ella lo describía. Esa fachada exterior había costado sangre, vidas y recuerdos de personas que no tenían la culpa de que una joven convertida en dios no supiera manejar la situación, y quedase obnubilada por el peso de su reciente poder.

Y ese trauma, de haberlo vivido todo sin poder olvidar como el resto, lo revivía él cada noche en que tocaba su almohada. Sus pensamientos eran traicioneros y le hacían pensar realmente si Magna era para él, o, por el contrario, si él tenía cabida en la nueva vida de ella donde era más importante aquel “sueño eterno” que el romance idílico que se habían prometido en un pasado.

Por eso no podía perdonarla, mucho menos luego de volverse su prisionero, y enterarse de la condición de una de las personas afectadas con todo aquello, que tenía un lugar especial en el corazón del pobre Deux: la abuela Eva.

El vaso se estaba rebasando, y faltaba poco para que él perdiese los estribos y buscara la forma de escapar de una vez de las garras de Magna Lahen, la cual no era por mucho, aquella joven sufrida pero vivaz que conoció alguna vez.

Esa no era la MaLa que él amaba, su nervig

Un ruido molesto y constante le sacó de aquel bucle en que su mente se empecinaba en recordar solo lo malo. Se incorporó en la cama, mirando su celular a un costado, el cual sonaba y vibraba encima de una mesita de noche, haciendo ruido sobre la madera.

Encendió la luz de la lámpara en dicha mesita, alumbrando penosamente la habitación, envuelta en los murmullos de la noche y la tenue luz de luna que entraba por la puerta entreabierta que daba al balcón.

—¿Qué sucede, oma? —preguntó al descolgar la llamada, viendo de quién se trataba y alertado por la hora—. MaLa todavía no ha llegado.

—Ella estuvo aquí, cielito —le respondió Eva, pero su voz se notaba agitada al otro lado de la línea—, pero un hombre se la llevó por la ventana.

—Seguro estabas soñando. Mira la hora que es, mejor toma un poco de leche fría y vuelve a la cama. A ella no le hará gracia que trasnoches.

—¡Te digo la verdad, cabezota! —le gritó a Deux, el cual comenzó a preocuparse. Su instinto lo alertó ante la actitud de la anciana—. Mi niña fue raptada aquí en la casa. La habitación está hecha un desastre.

REGRESIÓN (Libro II de la trilogía DESCENSO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora