▪︎Capítulo 5▪︎

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Hacía un tiempo muy lejano...

Desde muy lejos, pero no tanto como para no poder apreciar lo que tenía al alcance de su vista, se encontraba un rayo de Sol contemplando un mundo hasta entonces desconocido para él. Pequeños seres con cuerpos físicos, pero efímeros y quebrantados con el pasar de lo que, para él, eran suspiros.

Sus acciones eran impredecibles, al igual que la vida misma de aquel mundo lejano y pequeño en comparación con el resto de realidades que podían existir sin siquiera saberlo alguno de esos seres.

El rayo de Sol agarró calor mientras más observaba, y poco a poco se acercaba más, arropado por la sensación de proximidad, de empatía y de saber que estaba consiguiendo al fin algo a lo que quería proteger a toda costa. Pero era muy difícil estar al ritmo de tan rápido declive -o propensión- hacia la muerte de aquellos recipientes, a quienes nombró humanos. Recipientes para lo más hermoso que había visto nunca en toda su existencia: las almas.

Era increíble como cada humano albergaba dentro de sí la esencia de la vida, sempiterna en tiempo y espacio, meliflua y sin ruido alguna en aquella melodía que orquestaba el universo en consonancia con su propio ser.

El rayo de Sol experimentó dos sentimientos hasta entonces ajenos para él, contrapuestos y confusos: el amor y la envidia.

Fue por eso que, dispuesto a estar en contacto directo con los humanos, y sentir lo que ellos sentían, un día despertó del regazo de su inmaculada madre, y partió sin mirar atrás, mientras su brillo se desvanecía ante la decisión de dejar a un lado el gran peso de su divinidad.

El rayo de Sol se opacó un tiempo, pero el calor que emanaba, misteriosamente, comenzó a volverse más y más intenso.

Inmerso en el placer de contar con un recipiente que le contuviese, disfrutó al fin de cada placer carnal que de lejos no sabía, supo lo que era el tacto, mirar el mundo con otros ojos, escuchar una melodía real -no solo la perfecta que marcaba el tiempo y el espacio-, con sus graves y agudos, con sus notas discordantes, pero igual de hermosas.

Conoció lo que era para los humanos el llamado amor, aquel que sega, que duele, que rompe y recompone. Descubrió ya en carne propia la desdicha de perecer, y volver a alejarse hasta encontrar un nuevo recipiente, pero ya entendía que eso significaba negarle a un alma su siguiente vida. Entonces supo lo que era el egoísmo, y la resignación.

Lo más desgarrador fue entender que, aunque las almas queden en ese mundo, la partida de un cuerpo ya deteriorado e inservible dolía demasiado, esos seres estaban muy arraigados a profesar afecto a sus cuerpos, sin conocer la existencia de su verdadera inmortalidad más allá de la llamada muerte.

Así vio como "moría" su primer amor, su primer amigo, sus primeros humanos en crear un vínculo directo con él... y tomó lo que entonces sería su primer error, pero del cual nunca llegaría a arrepentirse.

Aquel mundo se comenzaba a descompensar por la energía desbordante de un alma divina e intrusa que jugaba en él a su antojo. El quiebre en su núcleo parecía irreparable, haciendo un fallo en la forma en que se desencadenaban los eventos por los cuales los humanos debían vivir o lo hacían. Era hora de dejar el juego, y salvar aquello que tantas nuevas experiencias le había regalado a él, ajeno hasta entonces de algo más que el regazo de su madre.

Con la poca divinidad, el poco brillo que aún manaba de su mágica existencia, dividió ese mundo en dos, y con ello, las almas de cada humano que ahora vivían a medias, pero sin el peso de un quiebre que podría acabar con ellos para siempre. Creó, debido a su falta de control en sus ahora dos mundos, a siete almas semejantes a las preciadas que tanto intentaba proteger, las cuales poseían el residuo de poder que aún le quedaba. Dichas almas eran el reflejo de aquello que había experimentado antes: su primer amor, su primer amigo, sus primeras siete emociones. Le dio un comienzo y una tarea a cada una, mientras se preparaba para renacer un día.

REGRESIÓN (Libro II de la trilogía DESCENSO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora