•Capítulo 10•

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—Madre Natura solo le quiere como sacrificio —dijo Oremh, con el temple y tranquilidad de quien estaba diciendo lo más obvio e irrelevante.

—¿Sacrificio para qué? —preguntó Oham, su hermano—. No entiendo qué podría faltarle a nuestra madre para demandar a una diosa impostora como sacrificio.

—El resurgir de Jehová.

—Nuestro padre nada tiene que ver con la romántica y trágica historia que te estás montando, Oremh.

—¡Y tú eres más ciego de lo que creía, al igual que Ophal! Solo espero que no tengas el mismo final que ella.

La conversación entre ambos dioses era intensa, acalorada mientras se adentraban en asuntos que los presentes no tenían la menor idea de qué era lo que estaban hablando.

Magna seguía dormida, autoinducida en un sueño del cual no se sabía si despertaría o no. Quizás solo había sido el cúmulo de emociones y el estrés mantenido hasta la fecha, pero aquella alma rota e irreversible en su actuar, estaba a poco de perder el norte por segunda vez.

Era demasiado frágil, propensa a explotar y volverse alguien totalmente diferente, como había pasado justo antes del Descenso, cuando casi mata a medio mundo en un arrebato por controlar su ira, su tristeza y su gran nuevo poder.

Deux la había cargado en brazos y la acostó en su habitación, en el mismo rincón donde ella había encontrado a Eva dormida. Le acarició el cabello suelto para acomodárselo, y sentía como el mismo brillaba cada vez más intenso, de un tono naranja muy peculiar e impostado. Nada tenía que ver con su color natural, castaño oscuro, que llevaba de pequeña cuando la conoció por primera vez.

Y es que, en sí, nada tenía que ver esta Magna Lahen con aquella niña miedosa y caprichosa de hacía años atrás.

Bajó hasta donde estaban todos, en el patio de la residencia, al sentir cómo los dioses discutían entre ellos sin darle cabida al resto. Pasó su mano sobre el hombro de Raphaello al estar a su lado, y este solo hizo un gesto de molestia por la situación.

—Ophal no tiene nada que ver con esto. Ella se convirtió en Luna por su propio mal. Madre Natura nada ha tenido que ver conque nuestra hermana haya perdido su luz.

—¿Y la has visto en todos estos siglos? —le preguntó Oremh—, ¿acaso la has buscado o has intentado saber su paradero?

Oham negó, un tanto confundido con la pregunta.

—La diosa Ophal está aquí, en Theya. Siempre lo estuvo —dijo Raphaello, quien se había quedado al margen hasta ese momento.

Oham abrió los ojos de forma brusca, en señal de sorpresa. No pasó por su mente en ningún momento que aquella diosa caída podría haber estado camuflada en el mundo humano por tantos siglos. Entonces, si ellos tenían razón, la pregunta era: ¿por qué huiría de ellos todo ese tiempo? Madre Natura nunca les había dado una respuesta sobre Ophal, más que la triste historia de su “ascensión”.

Y es que, al revés de todo lo que normalmente se puede esperar, el Descenso es el evento que ocurre cuando un dios vuelve al punto máximo de su divinidad; cuando su alma encuentra el recipiente y la energía vital que logre albergar todo su poder. Y el Ascenso, por el contrario, es cuando un dios cae al plano físico, inmaterial, como un alma sin cuerpo ni contención. Es lo más parecido al infierno para aquellos dioses que en algún momento vieron la gloria de sus divinidades.

Ophal, según Raphaello y Oremh, estaba anclada a Theya, anteriormente dividida en Freya y la Tierra, sin un cuerpo sólido que la albergase y le devolviera sus dones.

—¿Cuánto magnetismo puede tener este bajo mundo para que lo prefieran por encima de sus propios poderes? —preguntó Oham, más para sí mismo que para el resto.

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⏰ Última actualización: Aug 14, 2022 ⏰

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REGRESIÓN (Libro II de la trilogía DESCENSO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora