▪︎Capítulo 7▪︎

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Vieron el sol por primera vez luego de cinco largos meses. Ni en sus sueños más alocados imaginarían el cambio que dio aquel mundo en tan poco tiempo, y quizás la mente todavía ingenua y aniñada de Magna fue la que propició que aquello ante sus ojos pareciese más una fantasía que el mundo real.

Nada tenía que ver con el futurismo de películas y cuentos. No había naves voladoras ni robots caminando entre humanos, ni grandes edificios de cristal que llegaban al cielo. Por lo menos en Cerdeña, donde Magna los dejó varados, lo más impresionante era el boulevard colorido y las luces de neón y amapolas florecientes en cada esquina. Y en el cielo, detrás del aro de luz incandescente llamado Sol, una luna gigante semi transparente ocupaba casi toda la vista, como si en cualquier momento esta fuese a colisionar con Theya.

—Ya tendrán tiempo para explorarlo y conocerlo —les dijo.

Caminaron detrás de ella hasta lo que parecía un café, al cual entraron todos y escogieron una mesa apartada. Magna abrió la carta que el mesero les había dado, y optó por pedir una malteada para cada uno, de lo más relajada, como si minutos antes no estuviera explicando que estaba a punto de morir, por segunda vez.

—El dios… —dijo Detroyd por lo bajo mientras esperaban el pedido—. ¿Dónde lo dejaste?

—Está en “la biblioteca” —respondió ella.

—¿En tu interior? —preguntó Viane confundida—. No creo que sea conveniente tenerlo junto a los libros de las almas. Pero más que eso, puede comenzar a consumirte al igual que Oshanta.

—No va a hacer nada malo. Oham parece inofensivo por ahora, o eso me dicen los recuerdos de Oshanta.

—¿Deux dónde está, Magna? Espero que esté bien —preguntó Daulla como si hubiese tenido una revelación, de forma sorpresiva.

—Está bien, viejo. Aunque no entiendo tu preocupación por él cuando solo lo veías como a un recipiente. Es un poco hipócrita preocuparte por él ahora.

—Me preocupo, sí, como mismo me preocupo por Eva y por todos los que han tenido que hacer sacrificios en tu nombre. Aunque Deux haya sido mi próximo recipiente, eso no quita que lo cuidé como a un hijo por muchos años. No confundas las cosas.

El pedido había llegado, y tuvieron que bajar la voz y dejar el tema a un lado mientras el mesero repartía las bebidas. Daulla miraba furioso a Magna, sin saber cómo podría perdonarla por todo lo que estaba haciendo.

—MaLa —le llamó Detroyd—, dinos lo que tenemos que hacer ahora.

—Si, no queremos quedarnos al margen en esto, cielo —explicó Viane.

Magna dio un sorbo a su malteada, un gran sorbo que le dio tiempo a procesar los sentimientos y pensamientos de preocupación de cada uno. Estaba siendo cuidadosa con ellos, precavida ante la posibilidad de que quisieran traicionarla en algún momento. Tragó con fuerza antes de responder.

—Este no es lugar para hablar de eso. Los quise traer aquí para enseñarles mi lugar seguro, y para comer algo ya que el hambre me estaba matando.

—Entonces termina tu bebida y vámonos. Esto es más importante que tus antojos; ¡madura de una vez!

La voz de Rashel fue dura y de temer. Estaba exasperada, nerviosa. La líder no estaba adaptada a esa situación, ni le parecía correcto seguir las órdenes de una embustera, de alguien que no merecía el poder que le fue otorgado.

Magna, por otro lado, no se intimidó. Hizo caso omiso a la exigencia de Rashel, pero con una calma que tal vez podía agravar el mal humor de la mujer. Tomó con calma, y luego mordisqueó con jerga la fresa en el fondo de la bebida, sin quitar su vista de Rashel ni un segundo. Fueron unos minutos tensos en los cuales sus ojos brillaron feroces por la provocación. Todos callaron ante la amenaza, expectantes al próximo acto de su impulsiva nueva diosa.

REGRESIÓN (Libro II de la trilogía DESCENSO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora