Introducción

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     Esta era la carta definitiva, no había marcha atrás, su enamoramiento de varios meses debía avanzar por fin. Lo meditó mucho, pero no era fácil acercársele a un superior, mucho menos cuando éste es el hombre más puro y amable sobre la tierra, aquél que con una sonrisa irradia al mundo y alimenta a su inocente corazón. Lee Jinki es el chico de sus sueños, delegado de su clase, presidente estudiantil y un montón de títulos que galardonan al recatado nombre. Sí, Choi Minho se iba a decidir, haría saber sus sentimientos de la mejor manera que sabía: escribiendo.

El sudor de sus manos estuvo por manchar la carta de no ser porque la metió de nuevo en su mochila. No se despidió de ninguno de sus amigos, partió tan rápido de la clase como pudo y se dirigió a la casa de los Lee. La razón de ir hasta la vivienda es muy simple: Su misión requería total hermetismo. Haber dejado la carta en cualquier parte de la escuela podría dar pie a que alguien lo descubriera. MinHo no quería que nadie se enterara de su enamoramiento, ya tiene suficiente con las bromas de Jonghyun y KiBum.

Lee Jinki merecía algo único y especial.

Y él se lo iba a dar.

El gran portón blanco de los Lee le hizo tragar la poca saliva que se le acumuló en la boca. Una rendija para cartas estaba a la altura de sus rodillas. Verificó que nadie estuviera en las calles y dejó que la carta se deslizara por la abertura. Ya no había vuelta atrás, lo que seguía era esperar a que su plan funcionara y con suerte, en poco tiempo podría hablar cara a cara con Jinki.

El tiempo estaba encima de MinHo, por lo que no le quedó de otra que escapar del lugar y hacer como que nada pasaba por su mente. Que los dioses se apiaden de él y de su torpe corazón enamorado.

Para cuando TaeMin llegó -con el semblante serio y un largo bufido- abrió el cajón de la puerta para sacar la correspondencia del día. El banco, pago de servicios, promociones y un perfumado sobre azul claro.

     «Joven Lee»

Tenía escrito en una de las esquinas. Que alguien le juzgue, porque su padre no podría ser el Joven Lee, y su hermano mayor ya recibía un montón de cosas de todos lados para que alguien fuera hasta su casa por ello. Un descuidado saludo fue lo que recibió su madre antes de que TaeMin corriera escaleras arriba y se sentara en su escritorio. Acarició el papel casi sedoso y sintió pena por tener que abrirlo.

Lo primero que observó fue la caligrafía bien estructurada y masculina. No había ni una sola mancha en el papel blanco, las imperfecciones quedaron fuera del escrito y eso hizo que su corazón trabajara como una locomotora en su primer día. Las manos le temblaron, pero aun así tomó el papel entre ambas y comenzó a leer.

''Para el Joven Lee.

¿Es tan raro llamarle así? Me estuve discutiendo mucho en cómo dirigirme hacia usted, pero me siento tan mundano al siquiera escribir su nombre en un pedazo de papel, no siento que pueda escribir de la mejor manera tan elegante nombre. ¿Es molesto entonces que me dirija a usted como Joven? Si es así, lo cambiaré para su bienestar, solo que tampoco podría dirigirme como iguales. No somos del mismo grado, quizás nunca me haya notado, pero desde hace tiempo que mis ojos no han podido despegarse de usted. Su sonrisa es simplemente la mejor cosa que me ha pasado, sus ojos iluminan mi vida y su suave cabello es algo que anhelo acariciar algún día. Estoy maravillado con su existencia, posiblemente se aterre de esta carta y piense que soy un lunático más del mundo, pero por favor, si estoy lunático es solo por estos sentimientos que se me desbordan del alma. Quiero hacerle saber que estos sentimientos tan puros solo los he desarrollado gracias a su presencia. Ojalá me permita acercarme poco a poco con estas cartas, y que se dé cuenta de que voy en serio. Quizás no haya mostrado mi cara, pero no me siento lo suficiente como para postrarme frente suyo y afrontarlo. Espero tener tal valor en algún momento.

Mis respetos, M.''

¿Cómo puede gustarle a alguien de esa manera?

TaeMin se llevó las manos a las mejillas y sintió el hervor en éstas, su corazón no latía, más bien parecía un pitido interminable causado por la emoción desbordante. Si alguien lo viera, podría confirmarle el gran sonrojo que se apropió de sus mejillas y alimentó un sueño que desconocía que podría tener.

Releyó la carta un par de veces más antes de acostarse en la cama y cubrirse la cara. Sonrió hacia la nada y pensó en un montón de personas que podrían ser el misterioso M, aunque nadie realmente apareció en la imagen mental. Por ahora, tenía dos pistas: No es de primero y su nombre comienza con M. Para su escuela de más de 500 alumnos, suena como un imposible.

Su madre llamó más veces de lo habitual, y a TaeMin no le quedó de otra que salir de su habitación y bajar para comer por fin. Jinki estaba cerca del comedor, le sonrió y acarició sus aún sonrosados pómulos.

     —La persona que te pone así, espero que lo siga haciendo —dijo Jinki con una enorme sonrisa que le hizo cerrar los ojos. El comentario provocó que a TaeMin le regresara el acelerado palpitar y el calor al rostro.

Él también esperaba que M le escribiera pronto de nuevo.

Por su lado, MinHo estaba por perder la cabeza. No había pensado en que en la casa podría haber cámaras, o que alguien lo viera por las ventanas ¿Y si las hay? ¿Qué haría en ese caso? Estar frito, le contestó su mente.

La vaga idea de llamarle a sus amigos le tienta, sin embargo, no quiere abrirse con ellos, porque no saben lo romántico que puede llegar a ser. MinHo es el chico de los deportes, el caballeroso, más no el que escribe cartas para un amor platónico que le tiene en las nubes. Le pone tímido hablar de sus sentimientos, más cuando carece de la experiencia que la mayoría de las personas a su edad ya tienen. Ser sentimental lo coloca como a un tipo que va con el corazón en la mano, y de eso no debería enterarse nadie.

Más que Jinki, él puede saber todo de él si lo desea.

Es Choi MinHo, el hombre que cumple todo lo que promete. Esta situación no es diferente, ya había dado el primer paso y ahora recorrería el camino con orgullo. Con miles de dudas, con la ansiedad tocándole la nuca y la incertidumbre como mejor amiga, pero seguro.

Con la energía llena de nuevo, MinHo se dispuso a escribir la segunda carta que entregaría, las primeras diez fueron borradores y después perdió la cuenta. Pensar en el presidente estudiantil le dejó dormir hasta tarde, no le sorprendió en lo absoluto haber maldecido al despertador cuando sonó solo dos horas después. 

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De una vez lo publico porque ya llevo desde noviembre diciendo que ya la otra semana y nomás me hago mensx

¡Mil gracias por llegar hasta aquí! 

La presión para mí es fundamental 💌 Y esta pequeña idea estaba en mí desde hace años ;-; ¡Muchas gracias por iniciar conmigo otra historia! Espero poderla escribir a un buen ritmo~ Según mis ideas, será algo muy sencillo uwu ¡Les adoro eternamente! Nos seguimos leyendo 🤍

Cartas para el Joven Lee [2Min]Where stories live. Discover now