Capítulo 8

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MinHo permaneció pegado a su casillero, lo que acababa de suceder lo dejó con un terrible sabor en la boca, no solo porque Jinki lucía como una persona completamente diferente, es también que sintiera la culpa consumirlo por completo.

Llegó más de veinte minutos temprano, no se podía hacer otra cosa si es que el sueño no le llegó apropiadamente por la noche. De no ser por la clase de ciencias, habría faltado sin remordimiento. Había estado sacando uno que otro libro para no dar vueltas innecesarias dentro de unas horas cuando el presidente estudiantil le tomó del brazo y lo volteó hacia su dirección.

     —¡¿Qué rayos le hiciste a TaeMin?! —bramó Jinki. Sus siempre relucientes ojos mostraban otro tipo de brillo, ya no había una sonrisa en sus labios ni la voz tranquila a la que MinHo estaba acostumbrado. —¡Pensé que era una buena idea lo que sea que estuvieras haciendo!

MinHo intercambió su mirada de Jinki a Dong Wook, el mejor amigo del presidente lo esperaba a unos pasos con los brazos cruzados. No sabía qué debería decir para tranquilizar a Jinki, o al menos para que lo soltara de su duro agarre.

     —No sé qué rayos le has dicho, pero tienes que pedirle una disculpa y alejarte de él. Te lo prometo MinHo, no quieres que te ponga el pie en donde sea que pueda interferir.

     —Onew, vamos. Creo que ya entendió.

En otro momento habría llorado de felicidad por enterarse de que Jinki sabía su nombre, en este instante, le dio igual. Lee Jinki le había declarado un tipo de guerra de la cual MinHo no podría zafarse fácilmente. Y fue curioso, porque de no ser Jinki el presidente estudiantil, su amenaza le habría asustado igual que la película del conjuro.

Nada.

Sin embargo, Onew conocía a todos los profesores de la escuela, era también el encargado de los eventos más importantes y unas cuantas decisiones en las que MinHo no quería influenciar negativamente. De alguna manera, se había enterado de lo que había hecho con TaeMin, y no iba a permitir que lastimaran a su hermano.

     —¿Se puede saber por qué rayos apagaste tu teléfono y nos estuviste ignorando todo el fin de semana? —preguntó KiBum a su espalda. La postura del hombre le recordó a la de Dong Wook. MinHo le dedicó la mirada más confusa que pudo y la boca molesta de Key cambió a una de asombro—. Te ves jodido... ¿Qué pasó?

     —Nada pasó, nada bueno. —sus hombros se cayeron a los lados, sentía la mirada profunda de KiBum hurgarle con curiosidad, no tiene ganas de explicarle que ha cometido el error del año—. Tenemos que olvidarnos de todo lo que pasó.

     —¿Olvidar?... ¿Jinki te rechazó? —el tono suave y lastimero no se adecuaba a Key, no en los oídos de MinHo.

     —No, no fue.

     —Hijo de puta —dijo KiBum con las cejas fruncidas y en cuanto vio a Jonghyun al final del pasillo, le hizo un gesto con las manos para que fuera deprisa hacia ellos. —No fue, el idiota del presidente no fue.

     —¿Cómo qué no? Pensé que era algo bilateral, se notaba tan entusiasmado en las cartas, quizás le dio miedo —MinHo dejó que Jonghyun hiciera sus propias conjeturas—. Dale unos días Ming, seguro hay una explicación.

     —La que sea —continuó Key—, eso no le da derecho a pisotear los sentimientos de MinHo. Él ya había prometido estar ahí, MinHo también pudo ser un cobarde, pero no lo fue. Jinki es el mayor, él debería ser el ejemplo. Lo que pasa es que tiene inflado el ego, tantas confesiones lo tienen flotando en una nube interminable de halagos y se cree con el don de-

Cartas para el Joven Lee [2Min]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora