Capítulo 2: ¿Hay algún médico a bordo?

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Me acomodé en mi asiento para apoyar mi cabeza en la ventana y dormir un ratito. Me tapé por encima con el polerón porque el aire acondicionado estaba fuerte.

Esta era la primera vez que viajaba sola, así que la escala de 9 horas en Paris fue bastante desastrosa: Me perdí en el aeropuerto, no cachaba nada de francés, intenté comunicarme en inglés y me miraron feo, me dieron ganas de ir al baño y no sabía qué hacer con el equipaje porque no quería que me lo robaran. Ni siquiera me quise sentar, después de casi 15 horas de vuelo me dolía el poto.

Lo bueno es que ya estaba a menos de 2 horas de Florencia, ¡wow! Mis patitas iban a pisar Italia, y las cosquillitas en la guata no me dejaban dormir. La emoción era más.

El sonido del altavoz del avión llamó mi atención.

- Señores pasajeros, si hay algún médico a bordo, favor acercarse a la primera fila del avión, gracias.

Nadie se levantó.

- Señores pasajeros, reiteramos el llamado, ¿hay algún médico a bordo? Favor acercarse a la primera fila del avión, gracias.

Esta segunda vez, la auxiliar de vuelo sonaba un poco nerviosa. Los 2 asientos que estaban junto a mí iban vacíos, así que me desabroché el cinturón y me moví hacia el pasillo para cachar si se presentaba alguien. Nada.

Cresta, ya, voy a tener que ir yo nomás. Apuré el paso para llegar rápido hasta la azafata que todavía sostenía el teléfono en la mano. ¿Qué estaba pasando? ¿Sería una emergencia?

Me presenté como estudiante de medicina de cuarto año, no era doctora todavía, pero podía ayudar hasta que aterrizáramos.

- Un pasajero de primera clase tuvo un accidente y está sangrando mucho. Acompáñeme por favor - me susurró la azafata, sonriendo falsamente para que los demás pasajeros no perdieran la calma. En el camino me advirtió que debía ser respetuosa con el pasajero, que estaba prohibido pedirle fotos, autógrafos, hablarle demasiado, etc. ¿Quién sería este tipo?

Abrió una especie de cortina que separaba la clase turista de la business, y salí casi corriendo a atender al pasajero. No fue difícil ubicar el número de su asiento porque esta parte del avión era otra cosa: habían 3 filas, las de los costados tenían 3 asientos y las del medio 2; estaban súper espaciados entre sí, parecía súper cómodo.

En cuanto llegué a su lugar, me agaché apoyando una rodilla en el piso para quedar a su altura. Se estaba sujetando el brazo y lo tenía cubierto con la manga del polerón. Alcé la mirada para preguntarle qué había pasado, entonces lo vi. Era el Erick.

Llevaba puesto un jockey y gafas de sol. A pesar de que no mostraba su rostro completo, reconocería ese tatuaje en el cuello en cualquier parte.

- Hola, mi nombre es ____, soy estudiante de medicina, me dijeron que necesitabas ayuda - me presenté intentando no parecer nerviosa.

- Hola - dijo cortante, ni siquiera me miraba, mantenía la cabeza girada hacia el lado opuesto - me corté con un vaso.

Extendió su brazo y lo descubrí con cuidado, ¿para esta wea me llamaron? ¿Cómo tan weon pa cortarse con un vaso plástico?

- Es una cortadita pequeña, vamos a limpiarla y a cubrirla con un apósito - dije, a lo que la azafata respondió entregándome el botiquín de primeros auxilios - se ve más grande porque hay un poco de sangre seca, pero no vas a necesitar puntos ni nada.

Él asintió. Yo no lo podía creer. Tenía en frente mío a Erick Pulgar, a mi amor platónico de la selección, y el weon era un imbécil. De partida, se había hecho un rasguño seguramente webeando con un vaso y había causado el medio escándalo, pero ni siquiera se dignaba a mirarme, ¿qué onda? Siempre me lo imaginé como tan educadito, tan buen niño, un príncipe, ¿cachai?

"A lo mejor era así de esquivo porque no quiere que lo acosen", pensé. Seguramente siempre le gritan en la calle, le piden fotos y esas cosas, debe querer estar tranquilo, capaz que ande de vacaciones y por eso no quiere hablarme. Para que no lo reconozca.

Me sentí un poco culpable por haberlo juzgado mal. O sea, en volá sí era un imbécil, pero existía la posibilidad de que pensara que yo era una fan loca que lo iba a hostigar. Intenté aclarar las cosas para darle tranquilidad:

- Tranqui, ya me dijeron que no te molestara, no te preocupi - le sonreí pero no me pescó.

El weon no cambió en nada su actitud. Estaba súper decepcionada, resulta que estaba conociendo a mi ídolo en persona y al parecer tenía el ego por las nubes. Qué matapasiones.

- ¿Te quieres sentar acá? Para que estés más cómoda - Se incorporó a la conversación el Charles e hizo el ademán de levantarse. Venía sentado al lado del Erick. Ahora sí que me iba a desmayar, eso es ser un caballero, aprende po Pulgar.

- Gracias Charles, pero quedo súper bien aquí, no te preocupes - respondí intentando no ponerme roja.

Ya había terminado de limpiarle la herida, pero quería pasarle el algodoncito con suero una vez más por 2 motivos: Primero, el Erick trabajaba con su cuerpo, ¿te imaginas si hacía algo mal y lo perjudicaba? Y lo segundo era que pucha, una vez que le pusiera el apósito mi trabajo estaría terminado, tendría que volver a mi asiento y no me encontraría con él nunca más.

Con el pecho apretado, pasé mis dedos por sobre la tela adhesiva para asegurarme de que hubiese quedado bien. ¿Qué iba a decir ahora? ¿Debería despedirme piola nomás? ¿Tipo "chao, que estís bien"?

Acabé de quitarme los guantes, cerré el botiquín y se lo devolví a la azafata que estaba a unos pasos de allí. Me puse de pie despacio, en parte porque de verdad se me había dormido la pierna en esa posición incómoda, y en parte porque no me quería ir.

- Estamos listos, Erick - forcé una sonrisa. Posé mi mano sobre su brazo para acariciar sus tatuajes por unos segundos. Me estaba despidiendo de mi ídolo, y de las ilusiones que me había hecho con él.

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Hola! Este capítulo se puso más power, ¿verdad? ¡Por fin ____ conoció al Erick! ¿Qué creen que va a pasar ahora?

Las leo! Escríbanme para saber qué piensan y si les gustó el cap <3 Gracias por el apoyo










Pulgarcita (Erick Pulgar y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora