Capítulo 9: Cabra chica

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Me quedé congelada observando la cama matrimonial que iba a compartir con el Erick. ¿Por qué me tenía tan nerviosa el asunto?

Lo escuché hablarme desde el otro lado de la puerta:

- ¿Estai lista?

Me había separado de él un rato para venir a cambiarme ropa que había robado de la maleta de la novia. Estaba tan metida en mis pensamientos que todavía tenía la polera en la mano.

- Salgo altiro – le grité mientras me apuraba en terminar de vestirme.

- ¿Qué queri comer? – me preguntó por mientras. Yo estaba con la guata apretada desde que supe que me iba a quedar sola con él, no me había dado cuenta de que era media tarde y no habíamos comido nada.

- Eh... - hice tiempo mientras me subía a la fuerza un pantalón que no me iba a cruzar – no sé, lo que tú querai.

- ¿Comida francesa?

- No wei po – me reí abriendo la puerta para encontrarme con él. Me esperaba con un short de traje de baño y una polera que le quedaba media ancha. Mi flaquito.

...

- ¿Eso es todo lo que vai a comer? – dijo apuntando a mi plato, pura lechuga.

- Tengo que cuidar la línea – mentí, no le iba a explicar el motivo de mi inapetencia.

- Teni que comer po cabra chica – me desordenó el pelo – así no vai a crecer.

- ¿Cómo que cabra chica? – lo desafié aguantándome la risa – Tengo 22 años.

- Ya po, una cabra chica – sus compañeros de equipo me pusieron así de cariño cuando supieron que el Erick era 5 años mayor que yo, lo webearon caleta.

Cuando terminamos de comer en la pérgola nos fuimos a recostar un ratito en el pasto. Teníamos el lugar para nosotros solos, me saqué los tacos para mover mis piecitos en el pasto.

¿Se acuerdan de que no me cerraron los jeans? Ya, resulta que la mina era una barbie y yo no cabía en ninguno de sus pantalones. Al final opté por una camisa larga que tenía un lazo en la cintura. Me senté como señorita para que no se me viera nada.

Estuvimos conversando un rato sobre lo que pasó esa mañana. La cara de urgido del Memo, lo furiosa que debe estar la novia ahora, y el escándalo que debe haber en redes sociales a causa de lo mismo.

- ¿A dónde crees que hayan ido los cabros? – le pregunté. Sé que se subieron a otros autos, pero nunca dijeron a dónde irían.

- Ni idea – se encogió de hombros – pero deben estar bien.

Se sacó la polera y se echó hacia atrás.

- ¿Oye? – hizo que lo mirara – Cuando me case, ¿si me arrepiento me vas a rescatar como a Maripán?

- No po – le sonreí – ¿cómo voy a hacer eso? Si yo voy a ser la novia.

Se puso serio. Cresta, la había embarrado.

- Ya pero no te enoji po – me reí para disimular – si era una broma nomás.

Logré que se riera también y se volvió a relajar. Suspiré de alivio, había pasado piola.

- ¿Vamos al agua? – dijo después de un rato. Se sentó.

- ¿No dijiste que era una cabra chica? – intenté desviar el tema – me puedo ahogar, anda tú.

- Ya po, no seai fome. Yo te cuido – se paró y me dio la mano.

- No ando con traje de baño.

- Métete así nomás – insistió. De un tirón me puso de pie.

Estuve a punto de contestarle "eri fresco, weon" cuando me soltó la mano y se dejó caer hacia atrás, con los brazos en cruz, a la piscina.

Me fui a sentar a la orilla y metí mis piecitos en el agua mientras él se sumergía y nadaba un poco. Se sacudió el pelo y nadó hacia mí. Me regaló una de esas sonrisas que matan, no podía decirle que no.

Me desabroché los botones de la camisa y dejé que se deslizara por mi espalda, exponiendo un juego de ropa interior lavanda. El Erick me tomó de la cintura para ayudarme a meterme despacio. Igual estaba rica el agua.

Jugamos un rato a tirarnos agua, ¡con él todo era tan relajado!

- Oye, no te vayai tan para lo hondo que igual eri chica – me tomó por el brazo.

- Por puro que mides como 1.80 – le di un golpecito en el pecho cuando me atrajo hacia él.

- 1.87 – me corrigió, le pegué de nuevo – ya, pero no me peguí po.

Se rió.

- Llévame tú entonces – le dije medio en broma.

Estaba de pie frente a él, que le daba la espalda al extremo más hondo de la piscina.

- Vamos entonces – respondió decidido. Su voz sonaba distinta, como más grave.

Tomó mis brazos y los puso rodeando su cuello. Sus manos fueron a dar a mi cintura, apenas tocándola. Retrocedió despacio sin soltar mi mirada.

Llegó un punto donde ni siquiera de puntitas llegaba a tocar el suelo. No fue necesario decir nada, el Erick me alzó para que abrazara su torso con mis piernas. Esbozó una sonrisa.

Avanzó un poco más. Sus manos firmes en mi espalda me mantenían pegada a su pecho. Bajó su mirada hasta mis labios y se acercó despacio.

Y sucedió, así sin más. Sin una declaración, sin ningún tipo de producción exagerada, empecé a pololear con Erick Pulgar. Algo sencillo, como era él, como era yo. 

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Buenos días! Pensé que hoy estaríamos celebrando el triunfo de Chile:( Tuvieron mala suerte los cabros, la embarró: Partimos con Brereton suspendido, un gol en los primeros minutos, Vidal expulsado, Mena lesionado, Alexis lesionado, se agotan los cambios y se lesiona Sierralta, no lo podían sacar... 

Pero nada, bbys! Ojalá que este capítulo les suba un poquito el ánimo:) No me pueden decir que no les gustó!

Los saludos de hoy son para @fvck_macaa @DannaeDonoso @JWSH_CATA e @IssidoraMoraga ¡Gracias chiquillas!

Pulgarcita (Erick Pulgar y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora