Capítulo 23: Hace la wea que querai

1.4K 72 36
                                    

Erick's POV

- La tengo que ir a buscar – dije con los ojos llorosos – capi... dime cómo puedo encontrarla.

- Erick... La Pulga ya se fue – suspiró.

- Sí sé, pero dime a dónde, si está en el aeropuerto todavía puedo llegar – insistí.

- Sopita, no – intentó calmarme – la ____ va a Italia a buscar sus cosas nomás y se viene. Aunque llegaras al aeropuerto puede que ni siquiera alcances a subirte al mismo vuelo, incluso si lo hicieras, ¿qué vai a hacer?

Eso era verdad. Iba a correr detrás de ella para alcanzarla ya fuera en el aeropuerto o en Florencia, pero ¿después qué? ¿Qué le iba a decir? ¿Con qué cara le iba a pedir disculpas después de que la cagué?

- ¿Entonces qué hago, capi? – lo miré con ojos llorosos otra vez. Claudio era un líder incluso fuera de la cancha, confiaba en que me iba a aconsejar bien.

- Cálmate, ándate a descansar un rato, – ordenó como si fuera mi papá – quédate unos días en tu casa para pensar las cosas y decidir bien qué vas a hacer.

- ¿Pero cómo voy a encontrarla cuando vuelva a Chile? – se me ocurrió de repente.

Echó un vistazo por encima del hombro y se encontró con que el Charles y el Edu se mantenían atentos a nuestra conversación. Voy a tener que convencerlos a ellos también.

____'s POV

"El hambre es una sensación extraña", pensé apoyando una mano en mi guatita.

Cuando el Erick cerró la puerta de un portazo fue como si me hubiera pegado a mí también, como un golpe en el estómago. Entonces mi garganta se cerró y cada vez que me forcé en un intento por comer algo acabé vomitando todo. Incluso cuando no había nada que vomitar, mi abdomen se contraía violentamente intentando botar algo, cualquier rastro del Erick. "Como las mariposas muertas", me decía, "es solo que han dejado sus larvas".

Al principio el hambre impacienta. Sientes unas cosquillitas molestas que te mantienen inquieta y pensando en comida, pero después de una hora se van y llega la calma. Te quedas con una sensación de pesadez que no molesta, solo acompaña, y si te mantienes ocupada no te darás cuenta cuando ya sea de noche y no valga la pena comer a estas horas. "Mejor mañana", me decía.

Y cuando te despiertas, la sensación de estar liviana te queda tan cómoda que le agarras el gustito a estar vacía.

Recuerdo esa mañana, la primera que pasó desde la pelea. Al levantarme de la cama y apoyar los dos pies en el suelo me desestabilicé un poco. Me llevé la mano a la cabeza y me volví a recostar hasta que se me pasara, entonces viene la siguiente fase: te da sueño.

De esa manera, se empieza a volver normal dormir hasta las cuatro de la tarde todos los días y aun así sentirse cansada siempre. "Así es mejor", me decía, "porque así piensas menos en el Erick". Y eso me gustaba.

Las primeras veces lo intenté, prometo que sí. Sabía que me mareaba por tener hipoglicemia, que si tomaba desayuno me iba a reponer, pero por algún motivo mi cuerpo lo rechazaba porque me hacía correr de inmediato al baño donde mi estómago me hacía saber con impetuosas arcadas que a él tampoco le gustaba que comiera. Allí, medio descompensada, me convencía de que yo no lo volvería a forzar, pues mis lágrimas eran la evidencia de que esto nos hacía daño a los dos.

Entonces lo más fácil fue dejarse llevar: comer y vomitar, o no comer y aprender a disfrutar lo que eso traía consigo. Somnolienta y mareada todo el rato, de pronto esta increíble historia de haber enamorado a Erick Pulgar empezó a parecer un sueño, simplemente me estaba dando vuelta para volver a dormir. Me gusta como se siente, es como no sentir nada.

"Hace la wea que querai", me dijo alguna vez. Esa frase daba vueltas en mi cabeza durante el par de horas al día que permanecía despuerta. "A mí no me importa".

Ya po, si puedo hacer la wea que quiera, elijo cagarme de hambre. Elijo no comer nada en todo el día cada vez que apareces con tu rucia en tus redes sociales. Elijo matarme en el gimnasio cuando me acuerdo de que dejaste de quererme. Elijo pedirle a los cabros que no te cuenten nada porque no quiero que sepas, total, tú dijiste que podía, que a ti no te importaba.

Volví al presente y observé con ternura cómo mi mano había bajado hasta mi vientre, donde se supone que algún día mi útero vacío dejaría de estarlo. "¿Habríamos tenido hijos?", me pregunté. Yo creo que sí, que el Erick hubiera querido tener un montón de cabros chicos conmigo, y yo le habría dicho feliz que sí. 

Me imaginé dándole la noticia. Mostrándole la foto de la eco de nuestra primera guaguita. En mi mente se pondría a llorar conmigo, se encargaría de tenerme contenta todos los días y nos cuidaría como a nadie. El Erick va a ser un súper buen papá, aunque no sea conmigo. 

Me estiré para alcanzar el control de la tele y prenderla para tener ruido de fondo. Estaban dando las noticias, al parecer estaba circulando un video donde el Erick salía llorando de la fiesta acompañado de Claudio Bravo, se intentaba tapar la cara con el cuello de la chaqueta pero aún así dejaba entrever sus ojitos llorosos.

¿Qué le había pasado? ¿Hace cuánto fue esto? Hice memoria: La fiesta fue un día martes, lo recuerdo porque mi pasaje de avión tenía marcada la fecha del miércoles en la madrugada. Apenas llegué a Italia fui a la que era nuestra casa a recoger mis cosas y me devolví el viernes. Ayer fue el cumpleaños de la Maithe, los cumpleaños de los niños siempre son los sábados, ¿cierto? Ay, no sé, estoy confundida.

Me entró una llamada.

- ¿Aló, Pulga? – era el Charles.

- Hola – dije con la voz un poco ronca, había despertado hace poco - ¿necesitas ayuda con algo de lo de ayer?

- Oye, no prendai la tele – me cambió el tema – son leseras nomás, no pesquis.

- ¿Es por el video del Erick? – me incorporé en el sillón y acomodé un poco los cojines.

- ¿Ya lo viste? – preguntó inquieto.

- Ajá – contesté sin entender mucho la situación todavía.

- Voy pa tu casa – se apresuró en decir y cortó. 

⋆⋆⋆⋆⋆⋆⋆⋆⋆⋆⋆⋆⋆⋆⋆⋆

Así es, gente. No era un embarazo, era un trastorno de la conducta alimentaria. Y lo que el Charles le decía que se empezaba a notar era lo flaca que estaba, por eso ella se tapaba la guatita.

¿Por qué Aránguiz está tan apurado en ir a la casa de la Pulga? Leo sus teorías:)

Pulgarcita (Erick Pulgar y tú)Where stories live. Discover now