Los Tiempos de la Guerra

Capítulo 16 [Remaster]

En generaciones posteriores, generalmente se cree que durante la Segunda Guerra Mundial, las fuerzas acorazadas alemanas eran extremadamente poderosas, capaces de volcar el campo de batalla y provocar una revolución militar. Sin embargo, la realidad era más compleja. Aunque los tanques alemanes, como los famosos Panzer, eran temidos, la fuerza móvil alemana aún dependía en gran medida de una gran cantidad de caballos para el transporte de materiales y suministros al frente. Esta combinación de tecnología moderna y métodos tradicionales era una característica distintiva de la logística alemana en aquel entonces.

El Tratado de Versalles, firmado después de la Primera Guerra Mundial, había impuesto severas restricciones a Alemania, prohibiéndole poseer tanques y limitando su capacidad militar. Sin embargo, Alemania encontró formas ingeniosas de eludir estas restricciones, desarrollando y equipando sus fuerzas con vehículos blindados y armas modernas en secreto. A pesar de estas limitaciones, la maquinaria de guerra alemana comenzó a tomar forma, aunque aún dependía en gran medida de métodos anticuados, como el uso de caballos para transportar ametralladoras y otros equipos pesados.

En el campo de batalla, la escena era caótica. Una ametralladora tirada por caballos, con su boca apuntando hacia atrás, llegaba a su posición. Los soldados que la operaban tenían que girarla rápidamente para prepararla para el combate. En ese momento, dos soldados del ejército de defensa estaban ocupados cargando balas en la ametralladora Maxim, que escupía fuego continuamente, iluminando el campo de batalla con ráfagas de balas y nubes de humo de pólvora.

Cyric, un joven soldado, yacía en el suelo, incapaz de levantar la cabeza. Había estado a punto de ser alcanzado por una ráfaga de balas y ahora se encontraba inmovilizado bajo el fuego enemigo. Su mente estaba llena de asombro y admiración por el sistema militar en el que servía. Los soldados ordinarios que habían sido convocados ya eran impresionantes, pero aquellos que lograban mejorar sus habilidades y ascender en el rango se convertían en verdaderas fuerzas de la naturaleza, capaces de dominar cualquier campo de batalla en Europa.

"¡Boom!" De repente, el sonido de un disparo resonó en el aire. Era el L39, un cañón antitanque, que había silenciado la ametralladora enemiga con un solo disparo preciso. Cyric levantó la cabeza y vio el gran cráter que el proyectil había dejado en el suelo. Sabía exactamente lo que había sucedido.

En cuestión de segundos, Charles, un soldado experimentado, se levantó desde su posición en el segundo piso de un edificio cercano. Con calma y precisión, disparó un proyectil de alto explosivo de 20 mm que destruyó por completo la posición de la ametralladora enemiga. Los fragmentos de la explosión eran letales en un radio de 2,5 metros, eliminando cualquier objetivo vivo en su camino.

"¡Sube, corre!" gritó Cyric, aprovechando la confusión creada por el disparo de Charles. Era el momento perfecto para avanzar. Charles había creado una barrera artificial con sus disparos, bloqueando temporalmente el avance de la caballería enemiga. Con la posición de la ametralladora destruida, el camino estaba despejado para que Cyric y sus compañeros se lanzaran al ataque.

Con su metralleta MP18 en mano, Cyric corrió hacia los soldados de la 3ª compañía como un lobo hambriento. No había tiempo para preocuparse por el enemigo; Charles tenía cubierta la retaguardia, impidiendo que los alemanes restablecieran su posición de ametralladora. Los rifles Mauser que portaban los soldados enemigos no eran rival para la velocidad y el poder de fuego de la MP18.

La batalla continuaba, pero Cyric sabía que este era solo el comienzo. La guerra era implacable, y cada momento de ventaja era importante. Con Charles cubriéndolo y su metralleta listo para disparar, Cyric avanzó con determinación, listo para enfrentarse a lo que fuera que el destino le deparara en aquel campo de batalla ensombrecido por el humo y el sonido de los disparos.