"¡Rápido, rápido! ¡No tenemos tiempo que perder!". Las órdenes resonaron en la oscuridad de la noche. A ambos lados del puente, las antorchas iluminaron el camino, proyectando sombras danzantes sobre el terreno. Los tanques, imponentes y rugientes, cruzaron el puente a toda velocidad, avanzando con determinación hacia el otro lado. Los conductores, con manos firmes y miradas frías, manipularon los paneles de control con precisión militar. No había lugar para errores; cada movimiento era importante.
Tras los tanques, los vehículos de combate de infantería avanzaron en formación cerrada, uno tras otro, como una serpiente de acero lista para atacar. El convoy completo avanzó sin pausa durante dos horas interminables, mientras el eco de los motores retumbaba en el valle.
Finalmente, el último vehículo cruzó el puente. Guderian, el estratega implacable, alzó la vista hacia el cielo oscuro. Una mezcla de orgullo y determinación inundó su pecho. "Nada nos detendrá ahora", murmuró para sí mismo. "El camino hacia Zaragoza está despejado. ¡El destino del enemigo está sellado!".
Con voz firme, Guderian giró hacia su oficial de comunicaciones. "Ordene a las tropas que redoblen sus esfuerzos. Debemos llegar a Zaragoza antes del amanecer. No hay margen para la duda".
Zaragoza no era solo un objetivo más; era el corazón del transporte en la región. Su captura aseguraría el flujo de suministros y abriría el camino hacia Barcelona. Para la 1ra División Blindada, Zaragoza representaba la clave para mantener su avance imparable. Sin una base logística sólida en un radio de 300 kilómetros, incluso la máquina de guerra más poderosa se detendría. Y Zaragoza era el lugar perfecto.
El torrente de vehículos blindados continuó su marcha implacable, avanzando hacia el valle de La Muela, donde la oscuridad era más densa que nunca.
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En la cima de una montaña cercana, los soldados republicanos yacían sobre las frías piedras, sus miradas fijas en el valle que se extendía bajo ellos. El silencio era inquietante, roto solo por el susurro del viento. Sus corazones latían con fuerza, cargados de una mezcla de miedo y determinación. ¿Dónde estaban los tanques alemanes? ¿Cuándo aparecería esa temible unidad blindada que todos temían?
En la entrada de una cueva en la ladera de la montaña, el general soviético Kubera sostenía una botella de vodka con mano firme. Sus ojos, fríos y calculadores, reflejaban la luz de una pequeña fogata. A su lado, el General Español Brandt intentaba ocultar su nerviosismo, pero sus manos temblorosas delataban su ansiedad.
"General Kubera, ¿Cree que los tanques alemanes llegarán esta noche?", preguntó Brandt, rompiendo el silencio.
Kubera lo miró con desdén, como si la pregunta fuera una afrenta a su experiencia. "Brandt, como comandante, debes aprender a ser paciente. La guerra no se gana con prisas, sino con estrategia. Si dudas de ti mismo, estás perdido". Con un gesto brusco, le ofreció una jarra de vino. "Bebe. Calma tus nervios".
Brandt, sin opción, aceptó la jarra con una mano temblorosa. Mientras el líquido rojo caía por su garganta, no pudo evitar preguntarse si aquella noche sería la última que vería.
. . .
La tensión en el aire era palpable. Mientras las fuerzas blindadas de Guderian avanzaban hacia Zaragoza, los defensores republicanos y sus aliados soviéticos se preparaban para lo inevitable. La batalla que se avecinaba no sería solo una lucha por el territorio, sino un enfrentamiento de voluntades, estrategias y destinos entrelazados. La noche oscura ocultaba el futuro, pero todos sabían que el amanecer traería consigo el rugido de la guerra.
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El primer sorbo del vino le quemó la garganta como si fuera pólvora encendida. Una sensación picante y ardiente se extendió por su esófago hasta llegar al estómago, donde pareció encender un fuego que lo consumía desde dentro.

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Los Tiempos de la Guerra
Historical Fiction¡La Medalla de Sangre, la Medalla de Honor y Lealtad, llevó a Cyric a la cervecería y participó en este motín que conmovió a toda Alemania! ¡El Putsch que hizo temblar la República del Weimar! ¿Los tanques del imperio no son muy prácticos? ¡Entonces...