13

15.1K 976 78
                                    

En cuanto Lin cruza la puerta electrónica, rápidamente corro tras ella y la empujo para poder pasar antes de que se cierre ante mis narices, o peor aún, con mi cuerpo en medio. Una puerta hermética de estas características me habría cercenado por la mitad. Lin está en el suelo. Por mi culpa. La ayudo a levantarse mientras me insulta en varios idiomas, chino y ruso incluido.

—Perdóname, ¿estás bien? —le pregunto.

—¿Tanto te costaba usar alguno de los juguetes y salir después? —se queja, masajeándose el codo sobre el que ha caído.

—No iba a darle esa satisfacción a tu jefe —respondo, apartándome de ella—, y tú tampoco deberías, a ver si así se da cuenta de que no estamos a su servicio. Lin, no tienes por qué acceder a todo lo que te ordene.

—Accedo a lo que quiero.

Todavía se estira la falda para que no le vea las bragas mientras se agacha a recoger el portafolios. Lin es de lo más extraña.

—¿Nunca te ha obligado? —le pregunto mientras esperamos el ascensor.

—Define "obligar".

—¿Has tenido que hacer algo que no quisieras?

—No.

Lin mantiene la vista al frente, no se digna a mirarme.

—¿Sabes si ha obligado a alguna otra chica? —titubeo.

—No te creas todo lo que hay en internet —responde sin vacilar—. Las denuncias contra Wolf son falsas, un patético intento de sacarle dinero.

—Wolf es un íncubo, al fin y al cabo. ¿No es posible que se propasase con alguna de sus empleadas? —digo, tratando de sonsacarle la verdad.

—Wolf tiene sus necesidades cubiertas.

—No lo parece.

Lin me mira de reojo mientras una media sonrisa aflora en sus carnosos labios pintados. Maldita, se ve preciosa incluso burlándose de mí.

—Te puedo asegurar que sus necesidades están de sobra cubiertas, de lo contrario habrías caído en su juego —me dice, metiendo sus tacones y su culito respingón en el ascensor—. No me malinterpretes, estoy segura de que tienes mucho orgullo y todo eso, pero él es un íncubo y sabe cómo mover sus fichas.

Lin está presionando el botón para mantener las puertas abiertas.

—¿Subes? —me apremia.

Hacia arriba solo hay una planta, la noventa y nueve. Si la he entendido bien, Wolf estaba satisfecho sexualmente cada vez que nos encontramos, lo que significaría que sus feromonas nunca estuvieron activas, o no del todo. De ser así, no me puedo ni imaginar cómo será estar cerca de él ahora, después de haberlo privado de Lin y de insultarlo a través de las cámaras.

—¿No prefieres venir conmigo? —le pregunto—. Podemos hacerlo sufrir unos días más. Como más tiempo lo tengas sin sexo, mejor será.

—Tengo ganas de él.

Normal. Lin está enganchada a Wolf, es una adicta.

—¿Hace mucho que eres su...? —no sé ni cómo definirlo.

—Casi diez años.

Mierda. Después de tanto tiempo, no sé cómo es posible que siga viva. Yo tuve relaciones con el mismo hombre durante seis meses y el tipo no pensaba en nada más que en sexo, apenas cuidaba de sí mismo, ni siquiera comía.

—Imposible —mascullo.

Lin tendría que estar psicológicamente rota, mucho más.

—No es para tanto —dice, como leyéndome el pensamiento.

Súcubo (+21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora