15

21.8K 1.1K 364
                                    

—Puedo aguantarlos —le aseguro—, azótame más.

—Quién me iba a decir que serías tan sumisa...

—Matt, cállate y...

Dejo la frase a medias, interrumpida por un sonoro azote. Matt me ha dado tan fuerte que por poco no vuelca el sofá conmigo encima. Hundo la cara en el respaldo y me muerdo la mano para no insultarle. Ha dolido, y mucho, así que no me explico por qué narices me calienta tanto que me trate tan duro.

—Nueve —mascullo con la respiración agitada.

—¿Preparada para el último?

Matt me explora con sus dedos separando mis pliegues. Mi interior es una cascada, no puedo esperar al momento en que me la meta.

—Sí, estoy lista —le digo entre dientes.

Matt ríe de anticipación. Retira su mano antes de darme como un látigo entre mis dos nalgas, golpeando de paso en mis sensibles labios hinchados. Un chispazo de placer me recorre entera desde el clítoris hasta el cerebro. Gimo, o más bien chillo, incapaz de reconocer qué es esto que siento.

Boqueo como un pez fuera del agua. Matt me agarra el cabello mientras mis ojos hacen chiribitas. Dios, cómo ha dolido, y cómo me ha gustado.

Trato de recuperar el aliento inspirando profundamente por la nariz.

—Diez —dice por mí, liberándome de una nueva tortura.

Matt me acaricia cuidadosamente las nalgas, sobre todo la que ha dejado magullada. Tiene la mano grande, suave y caliente.

—¿Cómo estás? —me pregunta.

La piel me arde como si tuviera agujas clavadas.

—Bien —gruño, pues no quiero que esto acabe aquí.

—¿Te ha gustado?

—Mucho.

Para mi sorpresa, no es mentira.

—Has aguantado muy bien, Emily —me felicita, tocándome cada vez más cerca de la entrada, a escasos milímetros del clítoris.

—Merezco un premio, ¿no?

Como respuesta, suelta una de esas risitas que no sabes si va a premiarte o a seguir castigándote. Con una mano me agarra el culo con lascivia.

—Emily, no tienes ni idea de cuánto me calienta verte abierta y húmeda para mí —dice con una voz profunda que nunca le había oído antes.

Su otra mano sujeta mi otra nalga y tira de ellas en direcciones opuestas, abriéndome de par en par. Matt se agacha a mis espaldas, deleitándose al verme tan expuesta. Puedo oír cómo se relame frente a mi lubricado sexo.

—Lo tienes rosado, me encanta —gruñe, salivando.

Con los pliegues bien separados por sus pulgares, lo que espero recibir es su lengua, no un escupitajo. Matt ha escupido adentro, y la sensación es tan sucia, tan inesperada, que no puedo evitar excitarme.

—No sabes cuánto me calientas —dice tras oírme gemir.

Entonces aproxima su boca para sorber los jugos y la saliva que resbala hacia mi pubis. Traza una línea vertical a lo largo de mi apertura, desde mi clítoris hasta mi perineo, asegurándose de que lo ha recogido todo.

—Haré que te corras hasta perder el conocimiento —me promete, dándole un sonoro chupetón a los pliegues, tirando suavemente de ellos.

Introduce un dedo en mi ya desesperado coño mientras su boca explora más arriba, entre mis nalgas, donde se recrea. Hundo la cara en el hueco de mi codo, jadeando de gusto mientras Matt me premia con un beso negro.

Súcubo (+21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora