Diferente

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La cena que mi madre planeó para nosotros se vio frustrada por el inesperado encuentro con Marcia y la rápida atención que le ayude a conseguir con mi hermano.

Tuve que pedirle las llaves de su auto a mi hermano para poder llevar a Marcia de regreso a su departamento, no fue difícil convencerlo, lo que sí me pidió fue que lo cuidara. Ese hombre ama su BMW.

—Sí Sofía, estoy bien —responde a las preguntas de su amiga que está al otro lado de la línea— nada grave, solo me vendaron no hay necesidad de férula... ¡Ah! Y debo guardar reposo. ¿Nico está contigo?... No, no es necesario que vengan. —¿qué está haciendo? ¿acaso intenta juntar a sus amigos?— No tienes que preocuparte Sofía ya pareces mamá... está bien, lo siento —rodó los ojos— vale, diviértanse.

—¿Juegas a ser cupido? —formulo con una sonrisa después que ella ha cortado la llamada, no pude con mi curiosidad.

—No es tu asunto.

—No tienes cara de que te gusten esos jueguitos —bromeo.

—¿De qué tengo cara entonces? —inquiere y puedo decir por el tono de su voz que mi broma no ha sido aceptada, por el contrario, le ha molestado.

—De cupido no, eso es seguro —hablo sin apartar la vista del camino. «Leo, si aprecias tu vida, cierra la boca» me regaña mi conciencia.

No comprendo qué me sucede, de pronto me siento inquieto con su presencia, sus ojos negros parecen traspasar mi alma y los nervios que alguna vez experimenté en mi adolescencia se hacen presentes de nuevo.

El ambiente dentro del auto se torna incómodo, por suerte para mí, Marcia señala un edificio cercano a la calle por la que voy conduciendo. No sé qué puede pasar por su mente en estos instantes, pero mientras yo trato de estacionarnos, ella no espera a que apague el motor. Abre la puerta y con pequeños saltos intenta acercarse a la entrada del edificio.

«Sigue así y ella olvidará el dolor de su tobillo y serás tú quien sienta dolor» me reprendo aun dentro del auto.

Me acerco a ella con rapidez y con la misma cautela de hace un rato la sujeto por su cintura para que se apoye en mí.

Ella no lo nota, pero en un acto reflejo su brazo también ha rodeado mi cintura causando una sensación que no había sentido antes.

—No me malinterpretes —ignoro el efecto que ha causado en mí— no era mi intención molestarte, lo siento —justifico caminando hacia el elevador que al parecer espera por ella, porque sus puertas se abren apenas termino de presionar el botón.

Marcia se separa de mí y con el poco equilibrio que le permite el otro zapato de tacón que lleva puesto, ingresa al pequeño espacio— Gracias por todo. No fue un placer conocerte. Adiós.

—¿Siempre eres así? —entiendo que mi comentario puedo haberla molestado, pero no comprendo su cambio repentino de actitud ¿es bipolar?

Te mentiríaWhere stories live. Discover now