Capítulo 17

266 45 123
                                    

―¡Hoy es día de publicación, señorita! ―Con ese animoso saludo, Becca y Daisy habían decidido despertarme, haciendo que brincara varios centímetros sobre la cama.

Yo no solía quedarme dormida, mucho menos los días en los cuales se publicaba Pasiones Líricas, pero mi sueño no había sido del todo tranquilo al ser acribillada por mi consciencia una y otra vez por lo que había hecho la noche anterior. Había sido una completa descarada; estaba tan avergonzada que no sabía cómo podría verlo de nuevo.

Un orgasmo. Había tenido uno al imaginar tal escena con él ―había leído lo suficiente como para saberlo cuando lo pensé con cabeza fría―, y no sabía qué hacer o a quién recurrir por un consejo porque no era un tema fácil de abordar. Cielos, moriría de vergüenza antes de murmurar si quiera una palabra.

Así que al final, cuando las estrellas estuvieron a punto de replegarse, llegué a la conclusión de que nadie, absolutamente nadie podía saber de mi pequeña desfachatez.

¡Nunca! Ni siquiera el involucrado.

Y el único consuelo que sirvió para aplacar un poco mi consciencia, había sido que, si lograba llegar al corazón de Ethan y pedía mi mano en matrimonio, esas cosas tendrían que pasar. Así que podría decirse que solo me había proyectado a un futuro plausible a su lado, ¿verdad? ¡¿verdad?!

―Dios, no permitas que me cruce con Ethan Ashworth hasta la mascarada de Ellie. Necesito creerme mi propia excusa para actuar como si nada. Te lo imploro, señor.

Con esa pequeña plegaria, salí de la cama e inicié mi día, tratando de actuar con total normalidad: les sonreí a mis doncellas mientras me ayudaban a asearme y vestirme con un fresco vestido de mañana lavanda, planeé mi rutina acostumbrada de los días de publicación, y me mostré entusiasmada al conversar con mis padres durante el desayuno.

Sí, un día común y corriente para todos, aunque yo me sentía diferente. No sabía si era bueno o malo porque la vergüenza seguía allí, latente en mi pecho, y no se iría hasta que lograra sentirme en paz conmigo misma.

―¿Saldrás hoy, querida? ―la voz de mi madre atrajo mi atención.

―¿Eh? Ah, sí... Necesito comprar algunos listones que combinen con los nuevos vestidos.

―Me encantaría acompañarte, pero las lecciones de Abigail no pueden detenerse si queremos que avance tan rápido como es posible.

―Por supuesto, ella debe estar preparada para recibir visitas pronto si no queremos levantar sospechas. ―Mi madre cabeceó de acuerdo―. Dígale que mañana iré con usted y las apoyaré en lo que pueda.

―Le encantará verte ―sonrió y después giró su mirada azulada hacia mi padre que parecía sumido en sus pensamientos―. ¿Querido?

Él salió de su ensimismamiento y le sonrió.

―Lo siento. Estaba pensando en los asuntos que debo poner en orden con Erick en la empresa... Y también debería enviarle una carta a Edmund para que venga a casa cuando tenga oportunidad.

Ambas lo observamos con sorpresa.

―¿Le dirá usted mismo?

Él asintió a mi pregunta.

―Me parece lo adecuado ―intervino mi madre―, aunque no lo preocupes en la carta... Conociendo a nuestro hijo, podría querer tomar el primer transporte que salga hacia acá y eso sería muy peligroso.

La dama de medianocheWhere stories live. Discover now