36-¿Dónde está?

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Atenea

En realidad, me sorprendió bastante ese repentino beso frente a todos esos hombres. Aunque no hice más que seguirle el juego, porque cuando se trataba de él, no existía tentación a la que pudiera resistirme.

—¿Sabes que mientras me besas nuestro objetivo escapa? —Dejó de besar mi cuello y dirigió su mirada hacia el hombre encapuchado que se echó a correr al habernos reconocido.

—Dame un segundo, ¿si? —Salió corriendo tras él.

—¡Todo el tiempo que quieras! —grité mientras lo veía perseguir al tipo sospechoso. Cuando los perdí de vista me senté en la barra a esperar— Disculpe, ¿me puede servir una copa de vino? —pregunté al joven detrás de la barra del mostrador.

—Lo siento, pero aquí no tenemos vino, en cambio, le puedo traer un jarro de nuestra mejor cerveza.

—¿No tienen vino? —Jalé de la corbata del joven y lo miré fríamente—, ¿Y esta mierda que es? —Sonreí mientras sacaba una botella de una parte del mostrador. La cual era visible únicamente para quienes están detrás de ella y no para los clientes.

—Perdón, es que me dijeron que no le sirviera vino y evitara que se embriagase —dijo con voz temblorosa.

—Sin embargo, me ofreciste cerveza —lo solté lentamente y volví a acomodar su camisa.

—Su acompañante me dijo que a usted no le gustaba, y rechazaría mi oferta para luego irse.

—¿Mi acompañante? —Estaba confundida porque no recuerdo haber visto a Arthur hablando con este chico.

—Sí, el señor de allá —Señaló una mesa detrás de mí donde estaba sentando un hombre con la cabeza baja, pero definitivamente ese no era Arthur.

—Atenea —Arthur llamó mi atención cuando ya iba subiendo las escaleras con nuestro objetivo al hombro—, Vamos, tenemos cosas que hacer aquí.

—¡Voy! —me alejé de la taberna, no sin antes echarle un ojo a la mesa en la que antes estaba ese hombre, mismo que mágicamente acababa de desaparecer.

Tenía una vaga idea de quien podría ser, pero, ¿qué buscaría él por aquí?

***

Al entrar a la habitación me encontré con la imagen de Arthur sentado sobre la cama, observando al hombre encapuchado. Lo tenía amarrado de piernas y brazos a la silla. Él mantenía su cabeza baja tratando de cubrir su rostro.

—Es extraño. No lo has comenzado a golpear —Me acerqué al hombre y le quité la capucha. Este me observó con algo de miedo y enojo en la mirada. Misma que ya había visto anteriormente.

—¿Qué sucede? ¿Por qué esa cara de espanto? —preguntó Arthur.

—¿Azul?, ¿eres tú? —exclamé con falsa emoción.

—Maldita mujer, ¡tú me hiciste esto! —Intentó abalanzarse sobré mi, pero las ataduras lo detuvieron justo a tiempo. Arthur se levantó y le dio un fuerte golpe en el estómago.

—Esa asquerosa boca tuya, será mejor que te limites a usarla para responder a mis preguntas si no quieres que te saque todos los dientes —Arthur lo observó por un momento tratando de adivinar quien era—. ¿Lo conoces? —me miró a mí esta vez.

—Así es, tuvimos un pequeño encuentro la vez que fui secuestrada por R.L.

—No agoten sus fuerzas conmigo —Escupió sangre—, porque no pienso hablar aunque muera.

—Comparado con lo que te espera, morir sería un lujo —dijo Arthur con una sonrisa ladeada en el rostro—. Mira, es simple, solo responde a mis preguntas y a cambio te daré lo que desees.

Vivir por siempreWhere stories live. Discover now