39-¿Hermanos?

701 94 152
                                    


Arthur

Faltaban más de dos horas a caballo para llegar a la capital de Lofelia, lugar en que se encontraba el palacio del rey Edmund. Mismo al que entraríamos infiltrados para pasar desapercibidos, o por la puerta principal causando un gran revuelo. Todo dependía de mi humor.

Después de largas horas cabalgando nos detuvimos a descansar. Estaba comenzando a caer la noche. Acampamos en el bosque en un improvisado campamento, dejando los caballos atados a unos árboles, mientras que nosotros nos incorporamos frente a una fogata a contar historias de las batallas que libramos juntos.

—¿Recuerdan la primera vez que le dimos licor al joven Taylor? —inquirió Tristán sonriendo.

—Acabábamos de regresar de la capital y fuimos a celebrar en una taberna, el pobre solo tenía quince y cuando lo probó hizo todo tipo de caras feas para luego escupirlo sobre Arthur —agregó Dante y todos reímos.

—Después quiso seguir tomando para evitar la vergüenza y duró todo el día siguiente en cama —concluí.

—Por cierto, ¿por qué no vino? —preguntó Tristán.

—Está ocupado.

Estaban todos mis muchachos a excepción de Drake Taylor, él tenía una labor mucho más importante que esto. Cuidar de Atenea quien me importaba más que esta misión.

Al terminar las historias, las estruendosas risas cesaron. Deduje que se habían ido a dormir mientras que yo hacía guardia a unos metros de distancia de ellos.

Era muy tarde de la noche cuando sentí algo extraño. Mi colgante vibró por unos segundos, pero fueron los suficientes para que pudiera percibirlo. Eso causó que no pudiera dormir en toda la noche aunque quisiera, pues significaba que algo andaba mal con Atenea.

***

Atenea

El palpitar frenético de mi cabeza y el intenso dolor provocaron que despertara de mí no tan plácido sueño. Todo a mi alrededor daba vueltas, no podía ver claramente hasta que fijé la vista en un punto. Además, una inquietante voz no dejaba de llamarme.

—Ama, ama —La voz que antes escuchaba como un susurro se fue aclarando— ¡Está despierta! —Beatriz no dejaba de gritar y avisar que había despertado.

«Ni que llevara años sin despertar. No era para tanto».

Intenté sentarme cuando de pronto sentí un inmenso dolor en mi espalda que me lo impidió. Observé con más atención las caras de las personas que estaban en mi habitación, además de Beatriz, Drake, Marta y Edith, hubo una que no pude reconocer.

—Mucho gusto, soy el doctor Harper —Se presentó al notar como lo miraba tratando de descifrar quien era.

—¿Por qué tanta gente aquí?, todavía no he muerto —Pude recostarme a duras penas.

—Todos estábamos preocupados por lo que le pasó —comentó Marta.

—¿Lo que me pasó? —cuestioné confundida.

«¿Qué sucedió conmigo?».

 Mi cabeza dolía al intentar recordar. Tenía vendada la cabeza y el dolor se intensificaba en mi nuca, por lo que deduje que me había golpeado ahí. También mi tobillo derecho estaba vendado.

—¿No lo recuerda? —inquirió Beatriz con cara de preocupación—, fue encontrada por el joven Taylor en el calabozo esta mañana. Estaba inconsciente al pie de las escaleras del calabozo.

Vivir por siempreWhere stories live. Discover now