Gustos

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—No tenemos nada en común, Bridgette.

—Eso no nos impide apreciar nuestros gustos.

Félix la contempló sin creerse semejante frase de alguien inmadura como ella.

—Espero de verdad que no seas hipócrita.

Poco importándole que el rubio se retirase en dirección a su cercano hogar y consecuentemente se librara de ella, Bridgette encontró muy interesante el suelo al recordar que como Ladybug, Chat Noir y ella eran totalmente opuestos y mientras Chat alegaba que podrían apreciarse y ayudarse entre sí al tener visiones distintas, ella se negaba a conocerlo y lo hallaba casi insoportable cuando no se encontraban combatiendo a un akuma y obligatoriamente pensando como uno solo y entendiéndose con solo una mirada.

Bridgette sacudió su cabeza: una idea estaba formándose en su cabeza y no quería que se fuera, por más de que implicara excepcionalmente dejar que Félix se marchara sin ella.

Al día siguiente, los luminosos rayos de sol chocaban contra los opacos cabellos de Félix, dándole un aspecto que, si no lo conociera, Bridgette consideraría cálido.

—¿Cuál es tu color favorito?

—¿Segura? ¿Ese es tu saludo de hoy, acosadora? —inquirió entretenido.

Bridgette se sonrojó de vergüenza por su ansiedad expresada, dejando pasar el término "acosadora" que ya se había convertido en una palabra que la azabache sabía que en el lenguaje del Agreste era casi como "Brid" y venía cargada de una disimulada simpatía.

—Hola, Félix —Ocultó su nerviosismo bajo su usual hábito, el de adentrarse en el espacio personal del rubio.

Su plan, a diferencia de los que llevaba a cabo como Ladybug, tardaría en llevarse a cabo, conociendo su innegable perfeccionismo, la renuencia de Félix y la persona enigmática que él podía llegar a ser.

—Hola, Bridgette —saludó de regreso, rodeándola y avanzando hasta la entrada del Lycée, con la mencionada pisándole los talones.

—¿Y? —cuestionó casi gritando.

—¿"Y" qué?

—Tu color favorito —insistió.

Sabiendo que no podría darle más vueltas, Félix decidió que no haría daño confesarle tal hecho a la acosadora. Incluso quizá el 14 de febrero recibiría un obsequio del mismo color, luciendo lindo a sus celestes ojos.

—Es el verde y... —El rubio apresuró su paso en dirección al salón de clases, sin interesarle si su compañera lo seguía o no. Si quería llegar tarde, él no se lo estaba impidiendo.

Por su parte, Bridgette quedó bastante desconcertada por la respuesta de Félix.

Por supuesto que esperaba que alguien como él descartara al blanco y negro como colores y eligiera entre los que si lo eran. Pero la Dupain-Cheng esperaba que fueran el celeste, hasta amarillo del tono de su cabello, ya que el verde no estaba presente en ninguna parte de su vestimenta y ella nunca lo había visto darle una cierta preferencia, como el marcar con color sus apuntes, por ejemplo.

Algo que Bridgette no sabía del todo, algo que quizá solo podía sospechar, era la suma sutileza de Félix en los lugares públicos, sus pasos apresurados y la existencia de su máscara de seriedad y poco amigable, que expresaba su deseo de pasar desapercibido y sumirse eternamente en los mundos fascinantes que habían plasmados en sus amados libros con aroma a papel viejo, algo que ayudaba al sentimiento.

Félix tampoco necesitaba mostrar su gusto por el verde.

El solo pensar en él le transmitía una sensación de paz de la misma manera que lo solía hacer su difunta madre, aunque a veces necesitara buscar su viejo álbum de fotos y recordar los ojos del mismo color que ella había tenido para sentirse verdaderamente en calma.

Coleccion de FeligetteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora