Princesa Félix y príncipe Ladybug

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Especie de continuación de "No quiero corresponderte".

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-No entiendo, Félix. ¿Por qué siempre me ignorás?

Y se mantuvo callada, aguardando a que su enamorado le dijera por primera vez una palabra.

No le importaba cuál era.

-No quiero corresponderte -susurró, tan bajo que Bridgette creyó escuchar mal.

Tenía que haber escuchado mal.

Sus mejillas se colorearon rápidamente de rosa, pensando en las ramificaciones de unas simples -pero hermosas, muy, muy hermosas- palabras.

-Me gustas, pero no quiero, no puedo... -Escuchó la azabache, y juraba que la baba y risitas tontas empezaban a salir estúpidamente de su boba sonrisa.

No registraba del todo los acontecimientos que sucedían.

Se sentía en el cielo, volando entre las nubes como esas palomas... -no, no, no palomas, malas palomas, mejor un...- ¡una catarina!

-Te gusto -Se obligó a responder a la vez que intentaba suprimir sus repentinas ganas de balbucear y hacer el ridículo-: ¡salgamos a pasear!

-Sí, pero no quiero perjudicarte...

«¿Perjudicarme?»

«¿Félix se preocupa por mí?»

-Que yo te guste no me perjudica en lo más mínimo.

Bridgette creía que se iba a desmayar con las intensas emociones que tenía en estos minutos...

-Pero...

Era un sueño, era un sueño, ¡era un hermoso sueño hecho realidad!

-Todo lo contrario, ¡es un sueño!

Félix sonrió suavemente, con una pizca de tristeza en sus ojos.

-Tengo una maldición.

Bridgette parpadeó lentamente, asimilando lo que el rubio le decía y especulando para sus adentros.

Las cosas se habían vuelto extrañas, irreales. Y solo pensar como Ladybug la mantendría en pie a estas alturas.

«Si no es un akuma es...»

-¡Ah! ¿Y quién es tu príncipe? -preguntó, de pronto seria.

Bridgette estaba segura de que ella era la mejor amiga de Félix en una moderna película de princesas, esa que se aseguraba de que él quedaba en buenas manos y que el príncipe iba a sufrir por mano propia si le hacía algo.

Y estaba preparada para aceptar que no era el verdadero amor de Félix... preparada para molestarlo y burlarse de él por ser una princesa.

No era como si tuviera algún rencor por que él tuviera que estar con alguien para romper su maldición.

Pero era injusto.

-Ladybug -confesó Félix, sin inmutarse al sentir un calor en sus mejillas.

Bridgette se desmayó.

(...)

«Ok, vamos, puedo hacerlo, puedo hacerlo.»

-¡Ladybug! -Abrió levemente los ojos-. ¿Qué te trae a este edificio lleno de adolescentes?

-Rumores, ma princesse.

Colocando una mano en el hombro de Félix, la heroína presenció por unos buenos minutos cómo se sonrojaba y embobaba con ella, más cerca de estar encantada que intrigada por que él gustara de dos chicas.

«Oh, qué me tardo.»

Y Ladybug estampó a Félix contra una estantería de la biblioteca y unió sus labios con los suyos de una manera que él no esperaba.

Félix se encogió de hombros ante las reglas de su maldición y continuó el beso, negándose a ser una princesa en eso también.

Coleccion de FeligetteWhere stories live. Discover now