Capítulo Dieciocho

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El funeral de Riss se realizó esa misma tarde
El pueblo lloraba la pérdida de su reina
Danáe no se presentó al funeral, estaba ahogada en su propia tristeza
No necesitaba flores
Ni un pésame
Ni un lo siento
Eso no le devolvería a Riss
No podía dormir en su habitación, así que había vuelto a la habitación en la que dormía cuando era parte de la servidumbre, no comía nada o se levantaba
No imaginaba su vida sin su alfa
La marca de su cuello había pasado de un rojo carmesí a un color grisáceo, sin sentimientos
Estaba en su habitación cuando la puerta se abrió y alguien entró, levantó la vista y la vio
La madre de Riss
Se veía idéntica a su retrato, sólo que con el paso de su edad, ojeras debajo de sus azules ojos y su cabello era levemente gris
-Danáe-dijo y la abrazó
Ambas lloraron
Danáe lloro tanto que su rostro ardía, su pecho dolía y sentía que ya no tenía lágrimas
No dijeron nada, sólo lloraban mientras se aferraban una a la otra. La noche llegó y finalmente se calmaron un poco
-Como, usted, ¿cómo usted llegó aquí?-preguntó Danáe
-Siempre he estado cerca, nunca las he dejado
-Riss la necesitaba. Lloraba tanto por usted
-Lo sé, y lo siento tanto. Pero estuvo mejor sin mí toda su vida, yo solo la escondía y la lleve a tantas cosas malas
-A pesar de todo ella era la mejor
-Lo es

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