Capítulo 25.

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PERCY

EL PILOTO DIJO QUE EL AVIÓN NO PODÍA ESPERARLES, pero eso estaba bien para Percy. Si sobrevivían hasta el día siguiente, esperaba poder encontrar una forma distinta de volver, todo menos un avión.

Debería haberse deprimido. Estaba atrapado en Alaska, el territorio natal del gigante, fuera del contacto de sus viejos amigos mientras sus recuerdos volvían. Había visto la imagen del ejército de Polibotes a punto de invadir el Campamento Júpiter. Se había enterado de que los gigantes planeaban usar algún tipo de sacrificio con sangre para despertar a Gaia y ésta última planeaba llevarse a Brigitte. Además, mañana al anochecer era el Festival de Fortuna. Él, Brigitte, Frank y Hazel tenían una tarea imposible para completar antes de entonces. Y entonces, desatarían la Muerte, que se llevaría a dos de los amigos de Percy al Inframundo. No era nada halagador el panorama.

Aún así, Percy se sintió extrañamente vigorizado. Su sueño con Tyson le había subido los ánimos. Recordaba a Tyson, su hermano. Habían luchado juntos, celebrado victorias, compartido buenos tiempos en el Campamento Mestizo. Recordaba su casa, y lo que le daba una nueva meta por la que luchar. Luchaba por dos campamentos, dos familias.

Juno le había robado sus recuerdos y le había enviado al Campamento Júpiter por una razón. Entonces lo entendió. Quería seguir golpeándole su divina cara, pero al menos comprendía su razonamiento. Si los dos campamentos trabajaban juntos, tenían una oportunidad de detener sus enemigos mutuos. Separados, ambos campamentos estaban destinados a desaparecer.

Había otras razones por las que Percy quería salvar el Campamento Júpiter. Razones que no se atrevía a decir, aún no, de cualquier manera. De repente había visto un futuro para él y para Annabeth que nunca había imaginado antes.

Pero también...

Su vista viajó a la chica a su lado, Brigitte. Ella era alguien que lo intrigaba, parecía tan frágil y dulce, pero también guardaba en su interior una fuerza destructiva, una maldición. Cada vez que descubría algo más de ella, solo quería protegerla, ayudarla...

Y lo que empezaba a sentir estaba mal.

Mientras cogían un taxi hacia el centro de Anchorage, Percy les habló a Brigitte, Frank y a Hazel sobre sus sueños. Parecían ansiosos pero no sorprendidos cuando les habló del ejército del gigante acercándose al campamento.

Frank contuvo el aliento cuando oyó hablar de Tyson.

—¿Tienes un hermanastro que es un cíclope?

—Claro —dijo Percy—. Lo que le hace tu tátara, tátara, tátara...

—Por favor —Frank se tapó los oídos—. Basta.

—Espero que pueda llevar a Ella al campamento —dijo Hazel—. Me preocupa.

Percy asintió. Seguía pensando en los versos de la profecía que había recitado la arpía, sobre un hijo de Neptuno ahogándose, y la marca de Atenea ardiendo a través de Roma.

No estaba seguro de lo que significaba la primera parte, pero comenzaba a tener una idea de lo segundo. Intentó apartar la pregunta. Tenía que sobrevivir a aquella misión primero.

Finalmente y algo vacilante, Percy contó lo de Brigitte. Ella no pareció nada sorprendida, como si se lo esperara incluso. Sus manos parecieron brillar un segundo antes que las empuñara.

—No me sorprende —dijo finalmente—. Quiere poseer el vis amoris, el problema de eso es que se le será difícil tener mi lealtad, por no decir imposible.

No parecía decirlo para alguien en particular.

—¿Lealtad? —Preguntó Frank, confundido y preocupado.

The heroes of Prophecy.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora