Capítulo 1.

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Brigitte.

La chica se retorcía las manos junto a sus amigos y ligeramente detrás de Percy. No sabía que pensar, que decir... que sentir...

Ocho meses sin su hermano, seis de ellos aceptando con el dolor de su alma que estuviera muerto. Se sintió tan vacía como el día donde regresó al campamento luego de su desastroso regreso a casa  y ni llorar pudo.

El barco de guerra aterrizó y ella se tensó más.

Se sentía como aquella niña de cuatro años que corría bajo la cama, asustada. Luego vendría Jason con un plato de galletas y los comerían y se sentiría mejor. Pero no tenía cuatro años y no habría un Jason que le traería galletas para animarla. Ella quería escapar de él. Anheló tanto su regreso que ahora que estaba por cumplirse no sabía qué hacer.

Su madre había aparecido en sus sueños. El pelo rojo que por unos segundos parpadeaba a un color negro, fluía por su espalda y los ojos multicolor que finalmente se establecieron en un verde mar que no quiso analizar. Se veía tan deslumbrante que el recuerdo de ella de Brigitte palidecía con la realidad.

Le había dicho que Jason vendría con una de sus hermanas del lado griego, Piper McLean dijo que se llamaba. Quizá las cosas no sean como antes e iba a ser duro el primer encuentro en general. Pero si lograba pasar esta prueba, sería capaz de enfrentar la más importante y Brigitte creía saber a cuál  se refería.

Luego le dio aquel extraño mensaje a Percy que no le quiso explicar el motivo, pero su sonrisa era amplia y juguetona.

Miró de reojo al hijo de Poseidón —lo cual era extraño pensar en el dios del mar en su forma griega—, quien estaba ansioso esperando a su novia.

Una fuerte punzada de celos chocó contra su corazón. Pero no tenía ni un derecho a sentir celos de la novia de Percy. Además, no tenía tiempo para enredarse en dramas amorosos cuando una guerra estaba a punto de librarse, la guerra más importante de su vida.

Pronto los romanos que se apiñaban frente a ellos abrieron paso.

Apareció primero una chica rubia, de ojos grises y piel tostada. Como una californiana, salvo los ojos. Detrás iban una chica infinitamente hermosa, de pelo color chocolate, piel morena y ropa que personalmente Brigitte no usaría. Luego el chico de la carta, Leo y finalmente, Jason.

Usaba sobre la ropa una toga y una capa morada, lo que solía vestir como pretor. Era el mismo pelo rubio perfectamente arreglado y sus ojos azules profundos y eléctricos que parecían analizar todo.

—Jason Grace, mi antiguo colega... —pronunció Reina la palabra colega como si fuera algo peligroso y quizá lo fuera—. Te doy la bienvenida a tu hogar. Y a estos, tus amigos ...

La rubia dio un paso. Percy corrió hacia ella al mismo tiempo. La multitud se tensó. Algunos pusieron sus manos sobre sus espadas que no estaban allí.

Y fue cuando se besaron que Brigitte quiso llorar.

Era gracioso que pese a ser la hija de Venus, con gran parte del campamento enamorado de ella, se  fijaba justo en la persona que no era para ella. Se dio cuenta que el flechazo se había vuelto en gustarle en serio. No estaba enamorada, pero no sabía que tan lejos de eso estaba. Quizá estaba al borde de caer.

Solo le quedaba rezar a su madre para que su corazón roto sanara prontamente y también pedirle que no lo tome contra ellos.  Podía ver el amor que se tenían y ella no iba a romper eso ni dejaría a su madre hacerlo.

—Dioses, creí que nunca...

Annabeth, la novia de Percy,  agarró su muñeca y le lanzó por encima de su hombro. Le lanzó contra el pavimento de piedra. Los romanos gritaron. Algunos se adelantaron, pero Reyna gritó:

The heroes of Prophecy.Where stories live. Discover now